El rescate a Milei detonó una bomba en el gabinete de Trump

Un mensaje filtrado en plena Asamblea de la ONU reveló el malestar dentro del gobierno de Trump por la ayuda a la Argentina. La baja temporal de retenciones benefició a Cofco, la estatal china, y golpeó de lleno a la base rural del trumpismo que compite por el mercado de la soja.

Actualidad28/09/2025
NOTA

Soja, China y la bronca de los “chacareros” yanquis

 

Scott Bessent, secretario del Tesoro de Donald Trump, revisaba su celular en la Asamblea de la ONU cuando una fotógrafa de AP captó la escena: un mensaje que confirmaba lo que hasta entonces era un rumor. 

 

La ayuda financiera a la Argentina, presentada como un gesto estratégico hacia Javier Milei, terminó generando un incendio político en el propio gabinete trumpista.

 

El texto, reenviado por la secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, era contundente: al liberar temporalmente las retenciones, Argentina colocó a China millones de toneladas de soja en condiciones más ventajosas que las del productor norteamericano. Resultado: caída de precios internacionales, enojo de los farmers y la sensación de que Washington subsidió a un competidor directo para beneficio del Partido Comunista chino. Una bomba en la interna republicana.

 

El caso destapó varias capas. Por un lado, la jugada exprés de Toto Caputo en Buenos Aires: levantar las retenciones por menos de 48 horas, permitir a las cerealeras un festival de declaraciones y, en ese lapso, que Cofco —el gigante estatal chino— exportara más de 2,5 millones de toneladas de harina de soja, valoradas en 1.200 millones de dólares, sin pagar un centavo de impuestos.

 

Por otro, la reacción política: la base rural del midwest, tradicional sostén del trumpismo, leyendo que mientras ellos enfrentan cosechas a la baja, la Casa Blanca financia la competencia.

 

China, el gran ganador

 

El escándalo no se quedó en los pasillos de la ONU. La American Soybean Association publicó comunicados furiosos: “Estados Unidos da 20 mil millones a la Argentina y ellos nos sacan a China en dos días”. 

 

El senador Chuck Grassley, ícono republicano de Iowa, se sumó con indignación pública: “¿Por qué debemos rescatar a un país que nos quita mercado?”. La bronca de los farmers no es detalle menor: son parte esencial del dispositivo electoral de Trump, que le reclaman ultra proteccionismo. 

 

Dentro del gabinete, la tensión también escaló. Marco Rubio, secretario de Estado, había advertido que Milei era un socio tóxico: una moneda endeble, denuncias de corrupción en torno a Karina Milei y operaciones financieras de Caputo que huelen a insider trading. El mensaje filtrado en el iPhone de Bessent no solo confirmó las sospechas, las volvió imagen viral: en la pantalla quedó escrito que Argentina se benefició y China ganó.

 

POLITICO, el medio más leído en Washington, lo resumió en una frase brutal: “La estrella de Milei se apagó en algunos círculos de gobierno”. Una fuente anónima de la administración fue lapidaria: “Milei es un fraude. Quemaron 30 mil millones de dólares entre FMI y reservas para sostener una moneda basura, y ahora el Tesoro nos hace pagar la fiesta”.

 

La contradicción es difícil de disimular: el trumpismo que prometía castigar a Pekín aparece favoreciendo a Cofco, la trading bajo control del Comité Central del Partido Comunista chino. Una ironía que deja expuesta la fragilidad de la alianza con Milei: se suponía que Argentina iba a ser el laboratorio libertario de Occidente, pero en la práctica se convirtió en proveedor subsidiado del gigante oriental.

 

El costo político es doble. En la Argentina, el gobierno libertario se jacta de un rescate que le compra tiempo. En Estados Unidos, Trump paga el precio de enojar a sus bases rurales y de exponer que el verdadero beneficiario de la jugada fue China. No se trata solo de soja: se trata de poder. Y en esa rosca, Milei funciona como catalizador de un conflicto mayor.

 

La pregunta ya circula en Washington con filo realpolitik: ¿cuánto tiempo más puede Trump sostener un experimento argentino que termina dándole victorias al Partido Comunista chino y derrotas a sus propios farmers? Porque si algo quedó claro con la foto del celular de Bessent es que la política internacional, a veces, se define en un mensaje filtrado. Y cuando la soja arde, arde la política.

 

 

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