Bancos de EEUU preparan un préstamo de USD 20 mil millones

J.P. Morgan, Bank of America, Goldman Sachs y Citigroup negocian con el Tesoro norteamericano un crédito adicional al swap oficial. Detrás del discurso de “apoyo financiero”, se abre una trama política y estratégica.

Actualidad17/10/2025
NOTA 2

Piden “activos de garantía”

 

Washington no improvisa. Mientras el Tesoro norteamericano sigue interviniendo en el mercado argentino para contener la corrida, cuatro bancos de peso global —J.P. Morgan, Bank of America, Goldman Sachs y Citigroup— abren conversaciones para sumar otro paquete de USD 20 mil millones al salvataje.

El anuncio, filtrado por el medio estadounidense Semafor, completa el número redondo de los USD 40 mil millones con los que la administración Trump busca blindar al gobierno de Javier Milei hasta las elecciones legislativas.

A primera vista, el operativo parece financiero. En realidad, es político. Estas entidades no actúan por impulso altruista: son los brazos privados de la política exterior estadounidense, operadores de riesgo que mueven capital solo cuando la Casa Blanca da la señal.

El mensaje hacia la región es claro: Argentina vuelve a ser zona de influencia estratégica y la estabilidad del libertario en la Rosada se convirtió en un interés de Estado para Washington.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó que el crédito se estructurará junto al swap ya anunciado, mientras el propio Donald Trump dejó una advertencia que suena más a ultimátum que a respaldo: “Si Milei pierde, no seremos generosos con la Argentina.”

 

Garantías que valen más que el préstamo

Las versiones indican que los bancos evalúan un préstamo respaldado por activos argentinos. Todavía no se sabe cuáles. Pero la sola mención despierta sospechas: si se trata de reservas energéticas, litio o infraestructura portuaria, el paquete dejaría de ser financiero para transformarse en un acuerdo de cesión estratégica. Nada de eso sería inédito: en los ’90, los préstamos garantizados con empresas estatales terminaron en privatizaciones a precio político. La irregularidad es evidente. No es común que la banca privada participe tan abiertamente en un frente político.

El operativo exhibe un alineamiento total entre la política exterior norteamericana y los intereses financieros que orbitan alrededor del Tesoro. Cuando Wall Street y Washington actúan al unísono, lo que se discute no es un crédito: es la soberanía de decisión sobre los activos que lo respaldan.

Por ahora, el Gobierno argentino festeja la noticia como una señal de “confianza”. Pero en la práctica, cada dólar que entra tiene una cláusula invisible: se presta con condicionalidades y se cobra con recursos. Los bancos no vienen por solidaridad, vienen por garantías tangibles.

El desembarco de la banca norteamericana en el rescate argentino marca un punto de inflexión: el Tesoro ya no solo interviene con dólares, sino que delega su poder en las manos de los mismos bancos que especulan con la deuda emergente. El relato oficial habla de confianza; la lectura real es de control. Bessent y Milei celebran el “apoyo histórico”, pero la letra chica suena más a tutela. La Argentina vuelve a ser el laboratorio perfecto: el país que se financia hipotecando su futuro. Y mientras en Washington hablan de “reconstruir la libertad económica”, en Buenos Aires la sensación es más simple y más cruda: otra vez nos prestan lo justo para que sigamos siendo deudores agradecidos.

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