
Se dio a conocer el borrador del nuevo proyecto de la Ley de Modernización Laboral, un extenso pdf que buscará modificar sustancialmente al Régimen de Contrato de Trabajo (Ley N° 20.744) y realizar transformaciones fiscales.


El BCRA firmó con el Tesoro de EE.UU. un “acuerdo de estabilización cambiaria” por US$20.000 millones. Las cláusulas económicas son confidenciales y la activación será por tramos. El swap suma liquidez, pero no cambia expectativas.
Actualidad21/10/2025
Un acuerdo por USD 20 mil millones
El Banco Central anunció el swap con el Tesoro de EE.UU. por US$20.000 millones para “reforzar la política monetaria” y “responder a la volatilidad”. Es la noticia.
El mercado, sin embargo, leyó otra cosa: cobertura. El dólar mayorista subió a $1.475 (+1,7%), a un paso del techo de la banda ($1.490,60); el minorista del Nación cerró a $1.495 y los paralelos pasaron la barrera psicológica de los $1.500 (blue a $1.505; MEP $1.550, CCL $1.566).
El volumen mayorista se desplomó a US$393 millones, síntoma de oferta privada retraída y demanda de formación de activos externos (FAE). Hubo ventas en el techo de la banda y guiños de intervención externa, pero el alivio duró lo que duran los respiros en una corrida preelectoral.
El comunicado del BCRA fue prolijo: el swap amplía instrumentos, fortalece reservas de liquidez y se activa por tramos. La letra chica, en cambio, no estará a la vista: “las cláusulas económicas serán confidenciales”, en línea con acuerdos bilaterales del Exchange Stabilization Fund. Al mercado eso no lo tranquiliza: en un país con memoria cambiaria, las expectativas pesan más que los comunicados.
Qué es –y qué no es– el swap con EE.UU.
El swap no es un desembolso inmediato de US$20.000 millones para vender en la pizarra; es una línea bilateral que se habilita por tramos según “necesidades” y criterios acordados con el Tesoro.
Impacta en reservas cuando se activa cada tramo y, una vez acreditados, los fondos serían de libre disponibilidad. A diferencia del swap con China, la contabilidad y gobernanza son distintas y el socio, por obvias razones, envía otra señal geopolítica.
La autoridad monetaria lo presenta como colchón de liquidez para administrar bandas y microintervenciones sin poner en jaque la hoja de balance. Bien. Pero la volatilidad de estos días no proviene de la falta de instrumento, sino de la falta de credibilidad: el mercado mira precios relativos, reglas, solidez del ancla nominal y coherencia fiscal-monetaria. Si el programa luce voluntarista y la economía real no convalida el ancla, el swap gana tiempo, no cambia el partido.
Cinco ruedas a las urnas
Con cinco ruedas por delante, la dolarización de portafolios (sobre todo retail) es manual. La FAE se acelera y los plazos fijos pierden volumen: una porción de esos pesos va directo a dólar financiero y blue.
En futuros, incluso con pista de intervención en los tramos cortos, la curva se empina y fin de año se negocia alrededor de $1.650. No es un pronóstico infalible: es el precio del seguro que paga quien no quiere exponerse a un cambio de régimen postelectoral.
La intervención del Tesoro de EE.UU. –compras de pesos, ventas en techos de banda– morigera pero no revierte. La demanda privada absorbe cada oferta. La señal del swap ancla expectativas de liquidez, pero no ancla precios si el mercado percibe atraso cambiario respecto de la nominalidad y riesgo de salto discreto. En criollo: no se compra discurso, se compra cobertura.
Mientras tanto, el dólar minorista del Nación sube $20 en el día; el mayorista se pega al techo; blue, MEP y CCL suben en paralelo; y el cripto (el “que nunca duerme”) marca pulso en $1.549. La foto es de tensión sostenida y poca oferta. La película, de expectativas: el mercado presiente una devaluación y se adelanta. Swap o no swap, la balanza la inclina el timing y la credibilidad.
La narrativa oficial insiste en que hay BCRA capitalizado, pocos pesos y superávit fiscal. La aritmética de caja puede cerrar; la macro-política no. La confidencialidad de las cláusulas –justificable en términos técnicos para evitar arbitrajes– levanta suspicacias en una plaza curtida: si la red existe, ¿qué condiciones trae? ¿Hay triggers, colaterales, metas de bandas, prioridades de uso? El silencio alimenta teorías. El mercado no necesita creer la peor; le alcanza con no saber.
Al costado, la economía real marca límites: márgenes apretados, costos dolarizados, consumo flojo y crédito corto. En ese contexto, el swap ordena la caja del BCRA y gana tiempo para administrar la transición; no recompone por sí mismo ingreso, productividad ni confianza. Sin señal fiscal y cambiaria creíbles, la tensión volverá.
El swap con EE.UU. es una señal potente en el tablero geopolítico y una herramienta útil para la mesa de dinero. Pero la corrida es un plebiscito de expectativas. Si la política promete estabilidad y la macro susurra devaluación, gana el susurro. La liquidez compra horas; la credibilidad compra meses. Hoy, el mercado paga por tiempo; mañana pedirá precio. Y el precio, en la Argentina, rara vez se negocia en pesos.
Trump “prendió fuego” la narrativa
A bordo del Air Force One, Donald Trump dejó una frase que hizo ruido en trading floors y sobremesas: “Están muriendo. No me digan que les está yendo genial.” El mismo día en que se oficializaba el swap, el presidente de EE.UU. mezcló asistencia con radiografía brutal. Dijo que evalúa reabrir compras de carne argentina –“si lo hiciéramos, los precios bajarían”– y defendió el apoyo a la Argentina como “aliado en un mundo libre”. Pero el efecto colateral fue inmediato: el mercado leyó urgencia.
Trump puso número político al salvataje (“US$40.000 millones” entre instrumentos y apoyos), recordó que la Argentina “no tiene dinero” y subrayó que el Gobierno “lucha por sobrevivir”. En geopolítica, la franqueza puede ser virtud; en mercados, es volatilidad. La señal de poder –“estamos”– vino con el costo de admitir fragilidad.
Para la Casa Rosada, la declaración reafirma respaldo. Para el inversor que arbitra riesgo, exhibe dependencia: si la estabilidad local necesita retórica y fondeo externos, la pregunta pasa a ser qué pasa cuando el ruido electoral sube o cuando la asistencia venga con condicionalidades (comerciales o financieras).
El posible puente cárnico alivia a un sector y abre chance de divisas; no corrige por sí la brecha de expectativas. La frase “están muriendo” es, además, pésimo eslogan para quien intenta anclar confianza. Resultado: más cobertura en el margen y más presión para que la política hable claro. El swap ordena la hoja de balance; la frase de Trump desordena el ánimo.
El swap compra tiempo, no expectativas: sin ancla creíble, el mercado paga cobertura y espera precio.

Se dio a conocer el borrador del nuevo proyecto de la Ley de Modernización Laboral, un extenso pdf que buscará modificar sustancialmente al Régimen de Contrato de Trabajo (Ley N° 20.744) y realizar transformaciones fiscales.

Julie Kozack habló claro desde Washington: cumplir la meta de reservas 2025 es “un desafío” y hace falta una acumulación “más ambiciosa”. Traducido: el modelo de vivir del swap, el carry trade y la licuadora está tocando techo.

El Observatorio de la Deuda Social Argentina corrigió el efecto captación de la EPH y una canasta básica desactualizada desde 2005. Tres cuartas partes de la caída oficial son estadísticas, no mejora de ingresos. Con metodología multidimensional que incluye servicios, salud y transporte, la pobreza afecta al 67% de la población.

El ministro promete dólares para 2026 y jura que ya podemos “comprar sin pagar al contado”. Pero un informe demoledor del banco británico Barclays revela que las reservas netas están peor que en 2023, la deuda en dólares creció 20.000 millones y el esquema cambiario actual es una bomba de tiempo.

Más de10.000 puestos privados menos por mes desde diciembre 202. Construcción pierde 62 mil, industria 42 mil. Santa Cruz (-15 %), La Rioja (-11 %) y Formosa (-8 %) encabezan la sangría. El ajuste celebra precios, pero el país real paga con trabajo.

Banco Provincia arma un salvavidas para fin de año con rebajas en carnes, ferias, farmacias y supermercados. Jóvenes de 13 a 17 tienen 30% en gastronomía, universidades 40% diario y cuotas sin interés en comercios.

El histórico intendente de José C. Paz tomaría licencia para jurar como senador provincial el 10 de diciembre. La sucesión local abre un abanico de nombres y especulaciones dentro del oficialismo.

La Línea Mitre tendrá modificaciones importantes en su funcionamiento durante el fin de semana largo del 6, 7 y 8 de diciembre, debido a trabajos de modernización del sistema de señalización en la estación Retiro. Por esta razón, los trenes no arribarán a la terminal porteña mientras duren las tareas.

La Zona Norte del Gran Buenos Aires se prepara para recibir el fin de semana largo con una programación cultural diversa y de gran calidad. Con actividades que van desde conciertos de primer nivel hasta festivales gastronómicos, propuestas al aire libre y espectáculos familiares, los municipios de la región ofrecerán alternativas ideales para quienes quieren descansar, pasear o disfrutar de buenos planes sin viajar demasiado.

La derrota electoral dejó a Julio Zamora en una posición incómoda. Acostumbrado a manejar los tiempos políticos del distrito con autoridad, hoy se encuentra frente a un escenario que se mueve rápido y donde su liderazgo ya no tiene la fuerza de otros años. Mientras su figura se desgasta, Sebastián Rovira avanza con decisión y comienza a disputarle el territorio con una presencia cada vez más sólida.

Por caída de ventas, Mondelez pidió que 700 operarios de su planta de Pacheco “donen” una semana de vacaciones y analizó un parate de dos semanas para diciembre. Los trabajadores denuncian presiones y un ensayo de reforma laboral.