Moscú apuesta al pragmatismo, Javier a la ideología

El viceministro ruso Sergei Ryabkov reconoció que el comercio con la Argentina “tuvo mejores tiempos”, aunque destacó la voluntad de Moscú de recomponer vínculos con el gobierno de Javier Milei. Rusia propone negocios mientras el oficialismo argentino prefiere la épica del alineamiento con Washington.

Actualidad21/10/2025
NOTA

Rusia tiende la mano a la Argentina

 

La diplomacia rusa tiene una virtud que la política argentina parece haber olvidado: no se guía por emociones, se guía por intereses. Sergei Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, lo dijo sin rodeos desde Moscú: “Las relaciones bilaterales estaban en mejor estado. Queremos que esos tiempos vuelvan”. La frase, dicha con el tono calculado de quien mide cada palabra, resume la distancia entre un país que piensa en términos de estrategia y otro que todavía discute ideología.

 

Hoy el comercio entre Argentina y Rusia no llega al 0,3% del total de exportaciones nacionales y está lejos de los tiempos de cooperación en transporte, energía o tecnología nuclear. Moscú —sancionada, aislada y obligada a reinventarse— necesita mercados alternativos para su energía, alimentos y tecnología. Y Argentina, con su estructura productiva tensionada, necesita compradores, inversiones y financiamiento. Pero la Casa Rosada se comporta como si las alianzas fueran premios morales: prefiere a Washington por fe, no por cálculo.

 

Entre el Malbec y el realismo

 

Ryabkov no habló de geopolítica abstracta. Habló de vino. Admitió que el malbec argentino es uno de los productos más demandados en Rusia: “Somos adictos a él. Es indispensable en cualquier fiesta rusa”, bromeó.

 

Detrás del brindis, hay una verdad incómoda: las exportaciones argentinas a Rusia se sostienen en nichos de consumo —vinos, frutas, carnes— mientras los proyectos industriales quedaron congelados. Durante el gobierno de Alberto Fernández, Moscú había avanzado en proyectos ferroviarios, tecnológicos y energéticos, pero la invasión a Ucrania y el cambio de signo político en Buenos Aires detuvieron todo.

 

La alineación automática con Estados Unidos y la decisión de Milei de retirar la solicitud de ingreso al bloque BRICS+ profundizaron el vacío. Ryabkov fue claro: “Respetamos esa decisión, pero las puertas siguen abiertas”.

 

La traducción diplomática es simple: no hay resentimiento, hay paciencia. Rusia sabe que la política argentina es volátil y que ningún gobierno puede ignorar para siempre un mercado que compra, paga y no impone condiciones ideológicas.

 

Moscú observa con una mezcla de ironía y pragmatismo la nueva estrategia argentina de buscar swaps y financiamiento en Washington. Ryabkov lo dijo sin sarcasmo: “Si la Argentina logra estabilizar su moneda con ayuda de Estados Unidos, China u otros, lo celebraremos”.

 

Detrás del tono amable, hay una advertencia. Mientras Milei se enorgullece de su “amistad estratégica” con Donald Trump, Rusia está reconfigurando su propio mapa financiero, tejiendo alianzas con Asia, Medio Oriente y África. El mundo se multipolariza, y la Argentina juega a la dependencia en nombre de la libertad.

 

El comercio ruso-latinoamericano, por fuera de Occidente, crece en agroindustria, energía y defensa. Brasil, México y Chile mantienen negocios con Moscú sin pedir permiso a Washington. Solo Buenos Aires parece convencida de que alinearse sin beneficio económico es una forma de grandeza.

 

Economía real versus retórica 

 

El deterioro de la relación tiene consecuencias concretas. Con las sanciones a Rusia, las empresas argentinas perdieron un canal de exportación alternativo y dejaron pasar oportunidades en rubros donde podrían haber compensado el derrumbe del comercio con Europa. El pragmatismo —ese que China, India o Turquía aplican sin culpa— brilla por su ausencia en la actual política exterior argentina.

 

La diplomacia rusa entiende algo que la política argentina olvida: los países no tienen amigos, tienen intereses. Rusia sigue comprando vino, frutas y carne. Argentina sigue necesitando mercados y energía.

 

 

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