Desde la UNSAM impulsan una estrategia integral contra el dengue

Conocer las conductas, características y dispersión temporal y territorial de los mosquitos puede ayudar a pensar estrategias para prevenir un nuevo brote de dengue, entre otras enfermedades.

Universidades03/10/2024
NOTA UNSAM

Tres investigadores de la UNSAM especializados en el estudio de vectores explican el ciclo biológico del Aedes aegypti y proponen acciones combinadas para controlar la transmisión del virus.

 

Por Vanina Lombardi

 

¿Por qué aumentaron los casos de dengue durante los últimos años? ¿Son efectivas las fumigaciones para prevenir un nuevo brote? ¿Es suficiente usar mosquiteros y repelentes? ¿Sirven la citronela y los repelentes caseros? Se acerca el verano y, con el calor, reaparecen los mismos temores y dudas sobre cómo controlar un nuevo brote de dengue.

El dengue es una enfermedad viral transmitida por el mosquito Aedes aegypti que, en los últimos años, alcanzó cifras récord de casos en la región. “A partir de 1998 empiezan a ser cada vez más frecuentes e intensas las epidemias, hasta que en 2023, por primera vez, se volvió endémica en algunas provincias del norte de la Argentina. La pregunta es si lo seguirá siendo o si será intermitente”, advierte Aníbal Carbajo, biólogo de la Escuela de Hábitat y Sostenibilidad (EHyS) de la UNSAM, que se dedica a estudiar el riesgo del dengue y la distribución de vectores en general.

La posibilidad de una instalación endémica de la enfermedad en todo el país depende de distintos factores. Uno de ellos son las altas temperaturas, a lo que se suma el aumento poblacional, “que es importante porque se construyen viviendas y se empiezan a expandir las ciudades de un modo desordenado, lo que favorece la transmisión”, dice Carbajo. Además, con el incremento poblacional también se potencian la conectividad y los viajes entre ciudades, que no han dejado de aumentar desde 1960. Junto a eso, también influyen “la desocupación y la pobreza, que son una constante continental: cada vez hay más personas que viven en peores condiciones, y eso fomenta el dengue”, señala el especialista.

Una enfermedad es endémica cuando la transmisión se da de manera continuada en un determinado territorio. En el caso del dengue, esto ocurrió recientemente en provincias en las que las temperaturas se mantienen elevadas durante todo el año, como Formosa y Chaco. Ese no es el caso de Buenos Aires, donde la transmisión de la enfermedad se inicia cuando alguna persona con el virus llega a la ciudad y es picada por un mosquito local. “El mosquito adulto es el que transmite la enfermedad al picar, pero no se encuentra presente durante el invierno en zonas templadas, y solo sus huevos sobreviven al frío”, aclara Carbajo.

¿Cómo logran los huevos sobrevivir al invierno? “El huevo del Aedes aegypti es muy resistente, puede tolerar el frío, el calor y hasta la sequía por más de un año, hasta que el recipiente en el que se encuentre se llene de agua y lo cubra, y le permita eclosionar”, explica María Victoria Cardo, bióloga de la EHyS especializada en el estudio de mosquitos. “Por eso es tan importante el descacharreo durante el invierno, aunque esta estrategia no siempre es posible de lograr, ya que el mosquito puede alojarse en una multiplicidad de recipientes no tan evidentes y controlables, como desagües, tanques de agua y hasta plantas que juntan agua entre sus hojas”.

Lo que sí queda claro es que el Aedes aegypti no desova en charcos de un parque: necesita un contenedor para poner sus huevos. Por este motivo, esta especie de mosquito suele habitar en ambientes urbanos, aunque no es el único que vuela en las ciudades; el Culex pipiens, que típicamente zumba por las noches, y el Aedes albifasciatus, que forma nubes negras en los parques, también se reproducen en zonas urbanas, pero con otras estrategias de ovoposición. “El Culex pipiens pone un grupito de huevos directamente sobre la superficie del agua, ya sea un charco, una zanja o un tachito, mientras que el Aedes aegypti los pone en la pared de los recipientes y Aedes albifasciatus lo hace en el barro, en la cercanías de un charco o de un suelo inundado”, detalla Cardo, que amplía: “Así como cada especie tiene sus preferencias sobre dónde poner sus huevos, también tiene hábitos distintos. El vector del dengue, en general, no suele volar más de 200 metros y está activo durante el día, no por las noches”.

Por eso, conocer las características de cada especie permite planificar estrategias de prevención y control más efectivas. Muchas veces, la ciudadanía exige que se fumigue para evitar la propagación del dengue, por ejemplo. Sin embargo, fumigar en espacios abiertos afecta mucho más a otras especies que al Aedes aegypti y hasta podría ser contraproducente, ya que propicia el desarrollo de resistencia en ciertas poblaciones de mosquitos.

“Las fumigaciones solo son recomendadas en lugares donde hay casos de dengue, pero no como herramienta preventiva”, advierte la bióloga Alejandra Rubio, también de la EHyS, que trabaja en estrategias de control del mosquito Aedes aegypti de bajo impacto ambiental. “Nosotros no desarrollamos métodos de control, pero hacemos pruebas de campo para determinar cuáles son las que menos impactan sobre insectos no blanco, que son aquellos que conviven con el Aedes aegypti en los recipientes artificiales donde se cría”, agrega la investigadora.

Dado que las estrategias previas de prevención centradas en el descacharreo no impidieron el aumento de casos, las nuevas campañas ponen el foco en lo epidemiológico. 

“Ahora tenemos que afrontar epidemias y necesitamos detectar rápidamente los casos. Para esto, hay que enfocarse en la vigilancia epidemiológica, detectar esos casos, resolverlos a tiempo y aislarlos para que no haya contagios”, explica Rubio. “Una vez detectados, sí es conveniente aplicar insecticidas y fumigaciones localizadas con el objetivo de eliminar los mosquitos adultos que puedan estar portando el virus”.

Otra cosa que subraya Rubio es que las medidas preventivas apuntan a eliminar criaderos y a bajar las poblaciones de mosquitos con distintas estrategias que deben implementarse a lo largo de todo el año. “La comunidad y la gestión deben trabajar de manera integrada, entendiendo que la responsabilidad en la toma de decisiones y las acciones para la prevención deben ser conjunta y complementaria”.

Por su parte, Carbajo destaca el rol de las políticas públicas para mejorar las condiciones de vida de la ciudadanía: “Un criadero por manzana es suficiente para sostener la transmisión. La efectividad para eliminar todos los tachitos y que el mosquito no se críe tiene que ser muy grande. Ya la Organización Mundial de la Salud afirma que es inconducente seguir trabajando únicamente sobre el vector y poner el foco en la vigilancia epidemiológica para prevenir los casos graves y las muertes por dengue”. Por otro lado, Rubio advierte que, aunque el virus no se transmite de persona a persona, es importante que las personas en su etapa viral eviten ser picadas por mosquitos y estén atentas a los signos de alarma. “El dengue puede agravarse después de la etapa febril —cuando la persona empieza a sentirse mejor— y, si eso ocurre, el proceso es muy veloz”, señala.

Otras recomendaciones que se pueden seguir para evitar el contagio a nivel individual son el uso de ropa holgada y larga, mosquiteros en las ventanas, tules para cubrir las cunas de los niños y repelentes comerciales. “La citronella no repele Aedes aegypti”, aclara Carbajo y concluye: “Para lograr un control efectivo del dengue es necesario contar con estrategias integrales y políticas públicas que tengan en cuenta factores individuales, colectivos y socioambientales”.

Con el incremento poblacional también se potencian la conectividad y los viajes entre ciudades, que no han dejado de aumentar desde 1960. Junto a eso, también influyen “la desocupación y la pobreza, que son una constante continental: cada vez hay más personas que viven en peores condiciones, y eso fomenta el dengue”, señala el especialista.

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