
Mientras Milei refuerza su alineamiento con Donald Trump, los principales grupos empresarios advirtieron en el Coloquio de IDEA que la economía argentina no puede darse el lujo de cerrar la puerta al mayor mercado del mundo.
Ni la intervención directa del Tesoro de Estados Unidos logró sostener la confianza en la deuda local. El Gobierno liberó más de dos billones de pesos que podrían volcarse al mercado cambiario y presionar el tipo de cambio.
Actualidad15/10/2025Una masa de pesos quedo suelta para ir al dólar
El Ministerio de Economía consiguió renovar apenas el 45,7% de los vencimientos de deuda en pesos durante la licitación de septiembre. El resto —más de 2 billones de pesos— quedó libre, sin absorberse en nuevos bonos, pese a que las tasas eran atractivas. En otras palabras: los inversores prefirieron mantener liquidez y esperar un movimiento del tipo de cambio antes que volver a prestarle al Estado.
La Secretaría de Finanzas informó que se adjudicaron $1,75 billones sobre un total de $2,6 billones ofertados. Solo se aceptaron bonos atados al dólar, mientras las LECAPs a tasa fija quedaron desiertas. Según el propio Pablo Quirno, el Gobierno consideró que los rendimientos exigidos por el mercado eran “demasiado altos en relación a los fundamentos económicos”. Pero detrás de esa frase técnica hay un mensaje más claro: el Tesoro no logró convencer a nadie de que valía la pena seguir apostando al peso.
La decisión de dejar caer más de 2 billones de deuda en pesos implica, además, una inyección de liquidez que el sistema financiero venía reclamando desde hacía semanas. Con cauciones al 100% de TNA y un mercado seco de pesos, el Tesoro optó por liberar fondos. Pero esa liquidez, lejos de fortalecer la economía doméstica, tiene destino anunciado: el dólar financiero.
En términos de poder de compra, esos fondos equivalen a unos 1.300 millones de dólares, una masa suficiente para generar tensión en los próximos días. Ni los anuncios de Scott Bessent, secretario del Tesoro norteamericano, ni la foto de Milei con Trump alcanzaron para disipar las dudas.
Washington, la muleta del Tesoro
Mientras el Tesoro argentino buscaba renovar deuda en pesos, Estados Unidos intervenía directamente en el mercado cambiario para contener la presión sobre el dólar. Bessent confirmó que el gobierno de Trump volvió a vender divisas en la plaza local y que la asistencia total a la Argentina podría alcanzar US$ 40.000 millones, entre línea de crédito y swap.
Sin embargo, el auxilio tiene su paradoja. Cada vez que el Tesoro argentino necesita respaldo, los dólares llegan para cubrir agujeros, no para financiar producción o infraestructura. La economía se convierte así en un sistema de respiración asistida: entra oxígeno desde afuera, pero el cuerpo productivo sigue sin reaccionar.
Bessent dijo que “mientras Argentina mantenga buenas políticas, contará con apoyo”, pero el propio Trump lo contradijo al condicionar la ayuda al resultado electoral. En los hechos, el poder que Milei dice tener gracias a Trump se parece más a una tutela que a un respaldo.
El riesgo de la bicicleta
Con el Tesoro estadounidense interviniendo y el argentino soltando pesos, el cóctel puede ser explosivo. Los fondos que no se renovaron en bonos buscarán cobertura en dólares, aprovechando la liquidez de la banca norteamericana.
En ese escenario, la “ayuda” puede terminar alimentando una bicicleta financiera internacional: los dólares que llegan para estabilizar la economía podrían ser los mismos que salgan por la ventana en forma de fuga.
La historia argentina ya conoce ese mecanismo.
En apariencia es un flujo virtuoso —entra dinero, baja el dólar— pero el final siempre es el mismo: cuando la tasa no alcanza para retener capitales, el ciclo se revierte. El problema no es técnico: es político.
El Gobierno celebra la ayuda externa como un blindaje, pero lo que se ve es otra cosa: un Tesoro que no logra sostener su deuda, un mercado que se protege y un socio extranjero que actúa por conveniencia.
La “confianza de los mercados” que Milei busca comprar con gestos hacia Washington podría convertirse en la chispa de un nuevo incendio.
Mientras Milei refuerza su alineamiento con Donald Trump, los principales grupos empresarios advirtieron en el Coloquio de IDEA que la economía argentina no puede darse el lujo de cerrar la puerta al mayor mercado del mundo.
El uso de la capacidad instalada cayó al 59,4 %, su nivel más bajo en dos años. Las manufacturas trabajan con casi la mitad de sus máquinas paradas. La economía financiera sigue girando, pero la industria —que sostiene empleo y consumo— se hunde en recesión.
Los alimentos suben entre 2 % y 4 % en las primeras semanas del mes y la incertidumbre cambiaria reaviva la tensión. La caída del consumo ya no alcanza para contener las remarcaciones: el fracaso del plan económico y la duda sobre la ayuda de Washington comienzan a trasladarse a precios.
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