Criar a un hijo cuesta más de medio millón de pesos

Según el INDEC, en septiembre una familia necesitó entre $436.000 y $548.000 para criar a un niño o niña. La canasta de crianza mide no solo los bienes y servicios, sino también las horas de cuidado, ese trabajo invisible —mayoritariamente femenino— que sostiene la vida cotidiana.

Actualidad17/10/2025
NOTA

El costo de cuidar a un pequeño

 

Criar nunca fue barato. Pero en la Argentina de hoy, la crianza se volvió un indicador social de resistencia. Según la última medición del INDEC, en septiembre los hogares necesitaron entre $436.000 y $548.000 por mes para cubrir los gastos de un niño, dependiendo de su edad.

La llamada canasta de crianza incluye dos componentes: los bienes y servicios (alimentos, ropa, educación, salud) y el tiempo de cuidado que alguien —casi siempre una mujer— dedica cada día a sostener a la infancia. El cálculo puede parecer técnico, pero en realidad describe una verdad profunda: criar cuesta tanto porque cuidar sigue sin valer lo que debería.

Para un bebé de hasta un año, la canasta fue de $436.988, de los cuales más de dos tercios corresponden al valor del cuidado. Entre 1 y 3 años, sube a $519.193, y para los chicos de entre 6 y 12 años, el monto alcanza los $548.636, el más alto de todas las franjas. El aumento mensual ronda el 1%, por debajo de la inflación general, pero muy por encima del poder adquisitivo promedio de los hogares.

El costo invisible del cuidado

Detrás de cada número hay una historia que no entra en los informes. La canasta de crianza parte de un dato que el Estado empezó a reconocer hace poco: el trabajo de cuidar vale. Para valorizarlo, el INDEC estima ocho horas diarias de cuidado por niño o niña, calculadas con la remuneración de una trabajadora de casas particulares. Esa inclusión transforma el indicador en algo más que una tabla de gastos: es una radiografía del esfuerzo doméstico y comunitario que permite que el país siga funcionando. Porque mientras las cifras de pobreza infantil superan el 45%, la mayoría de las madres del conurbano hace equilibrio entre la changa, el comedor, la escuela y la olla. Y si la inflación baja un punto, pero el sueldo no alcanza para llenar la heladera, la sensación de alivio no llega a los barrios.

La economía del cuidado —esa red de abuelas, vecinas, maestras, promotoras y comedores— sigue siendo la infraestructura más resistente y menos reconocida del país.

 

Una infancia entre números y afectos

Los datos duelen, pero también iluminan. El 47% de los chicos de entre 12 y 17 años vive en hogares pobres; entre los de 0 a 5 años, la cifra ronda el 42%. La infancia argentina crece entre carencias materiales y abundancia de amor: ahí donde no llegan las políticas, llegan las manos del barrio.Esa red es la que cocina, abriga, enseña y acompaña, muchas veces sin recursos, pero con una ética comunitaria que no se mide en pesos. Por eso, hablar de la canasta de crianza no es solo hablar de economía: es hablar de futuro. De cómo una sociedad se hace cargo —o no— de su niñez. De qué entiende el Estado cuando reconoce que el cuidado también es trabajo, y de qué entiende el mercado cuando lo ignora.

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