Karina Milei impuso a Santilli en Interior y Santiago Caputo casi en la B

La designación de Diego Santilli en el Ministerio del Interior marcó el cierre de la disputa interna más fuerte del gobierno libertario. Karina Milei impuso su autoridad sobre Santiago Caputo, blindó a los Menem como tropa política y dejó a su hermano con una estructura más ordenada y vertical.

Política 02/11/2025
NOTA SANTILLI

Karina Milei decidió poner punto final a la guerra que paralizaba el corazón del gobierno. La interna entre su entorno político y Santiago Caputo había llegado a un límite: dos tableros distintos para un mismo poder. La hermana del Presidente, que no improvisa ni olvida, movió las piezas sin esperar permiso. Designó a Diego Santilli como ministro del Interior y colocó a Manuel Adorni como jefe de Gabinete. Dos nombres propios y un mensaje nítido: el poder real se centraliza en su órbita.

 

La jugada se cocinó en silencio durante el fin de semana posterior a las elecciones. Mientras el oficialismo celebraba el resultado, Karina negociaba directamente con los Menem y con el propio Milei los términos del nuevo equilibrio. Santilli, con su experiencia territorial, era la llave para abrir la segunda fase de gestión: institucionalizar el Mileísmo sin perder el control interno.

 

Para la hermana del Presidente, el riesgo era claro: un Santiago Caputo empoderado en la Jefatura de Gabinete habría significado compartir decisiones con un actor sin lealtad orgánica. No estaba dispuesta. Por eso impulsó un doble movimiento: fortalecer la línea Adorni–Menem–Santilli y acotar la influencia del consultor estrella. La resolución fue quirúrgica. Karina ganó la interna sin una sola palabra pública, pero con una precisión quirúrgica: ordenó el poder desde la discreción.

 

Santilli, operador con pasaporte múltiple

 

El nuevo ministro del Interior llega con credenciales que pocos pueden mostrar: fue peronista, fundó el PRO y ahora desembarca en el gobierno libertario. Su biografía política es, en sí misma, una síntesis del pragmatismo argentino. Lo que Milei desprecia en público —la rosca, el diálogo, el pacto— será el trabajo diario de Santilli.

 

En la práctica, su función será construir puentes donde antes había trincheras: gobernadores, bloques legislativos y la articulación con los Menem, que concentran la ingeniería parlamentaria. Karina sabe que el Presidente puede sostener el relato, pero no la negociación. Por eso elige a un político profesional con muñeca, que sepa cuándo ceder y cuándo cobrar.

 

Santilli, además, es un mensaje hacia el PRO: la absorción está consumada. El hombre que Macri intentó jubilar ahora llega al gabinete de Milei con el aval de Karina y la bendición de los Menem. La vieja guardia amarilla queda, así, definitivamente subordinada.

 

El retroceso de Santiago Caputo

 

En el reparto del poder, alguien tenía que perder. Y fue Santiago Caputo. Durante meses, el consultor intentó formalizar su influencia en un cargo de gobierno. Se imaginó jefe de Gabinete o ministro del Interior, convencido de que su vínculo personal con Milei le alcanzaba. Pero la política —y sobre todo la familiar— no se maneja con gratitud. Karina le impuso límites concretos: las decisiones pasan por su oficina, los cargos también.

 

Caputo conserva control sobre áreas sensibles —SIDE, ARCA (ex AFIP) e YPF—, pero todo indica que es una cuestión de tiempo. Pero Karina ya avanza sobre esos espacios. El poder no se comparte: se absorbe.

 

En la Casa Rosada, nadie lo dice abiertamente, pero la lectura es unánime. Caputo retrocedió varios casilleros. En el lenguaje libertario, eso significa perder acceso al oído del Presidente. La derrota fue doble: política y simbólica. El mago que diseñó la narrativa del Mileísmo terminó desplazado por la arquitecta que la sostuvo.

 

Toto Caputo y el poder económico

 

Mientras la interna política se resolvía en Balcarce 50, otro Caputo consolidaba su propio vértice de poder. Luis “Toto”, ministro de Economía, cerró acuerdos estratégicos con Washington y la banca Morgan. La designación de Pablo Quirno, su ex socio en Anker y hombre de JP Morgan, como canciller fue la confirmación: la política exterior argentina se reconfigura como diplomacia financiera.

 

El apoyo de Jamie Dimon, CEO del JP Morgan, y la gestión de un préstamo repo por 20 mil millones de dólares son los cimientos de un poder económico que trasciende la interna doméstica.

 

Toto Caputo, sin ruido, se despegó de su sobrino. Mientras Santiago peleaba por un título, él acumulaba respaldo real. La nueva configuración deseada por la hermana presidencial es:  Karina ordena la política, Toto maneja los recursos y Milei representa el relato. Entre ellos circula un entendimiento tácito: la familia gobierna; los aliados administran.

 

Un gobierno con mando único

 

La llegada de Santilli marca el paso de un gobierno de campaña a uno de gestión. El Mileísmo ya no es solo una marca: es un sistema con jerarquías. Karina Milei emerge como jefa política indiscutible. Los Menem controlan el Congreso. Toto Caputo asegura la caja. Y el Presidente, fortalecido por los resultados, asume un rol cada vez más institucional, más lejano del ring y más cercano al despacho.

 

Para los gobernadores, el mensaje es claro: la etapa de la negociación difusa terminó. Las reformas —laboral, previsional y penal— tendrán un interlocutor formal: Santilli. Pero detrás de cada decisión seguirá estando Karina. La rosca vuelve, pero bajo administración libertaria.

 

La interna que consumía energías quedó resuelta. El consultor que soñó con ser ministro fue reemplazado por un político con historia, y el poder económico que orbitaba en la sombra encontró legitimidad internacional. Karina Milei logró lo que pocos creían posible: transformar un movimiento antisistema en una maquinaria disciplinada.

 

En términos de realpolitik, es la mayor victoria desde que su hermano llegó a la Casa Rosada. No por los nombres, sino por el orden que impuso. El Mileísmo entra en su segunda fase: menos épica, más control. Santilli negociará con los gobernadores, Toto con los bancos, y Karina con todos ellos.

 

La hermana del Presidente entendió algo que los demás olvidaron: el poder no se hereda ni se declama, se gestiona minuto a minuto. En un gobierno que nació del caos y de la improvisación, Karina Milei construyó método. Y en política, el método siempre gana. La interna libertaria terminó. Y la jefa, por si alguien aún dudaba, tiene nombre y apellido.

 

Santilli, un activo que Karina Milei asume propio.

 

Karina Milei no discute liderazgo: lo ejerce. Y el gabinete es, cada vez más, una extensión de su voluntad política.

El Colo Santilli es el rostro político de una nueva etapa: el Mileísmo se institucionaliza, pero bajo mando familiar.

 

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