Bots en redes sociales: el arte de aparentar en la era digital

En el vasto y vertiginoso mundo de las redes sociales, donde cada clic puede ser una declaración y cada publicación una ventana a la personalidad, los bots han encontrado un lugar que podría considerarse tanto inquietante como fascinante.

Cultura 27/01/2025
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Por Mariano Silva.

 

Pero, ¿qué es exactamente un bot? En términos informáticos, un bot es un programa diseñado para realizar tareas automáticas. Pueden ser tan simples como responder a mensajes o tan complejos como generar contenido aparentemente humano.

 

Aunque los bots tienen aplicaciones útiles, como los chatbots de atención al cliente, su uso en redes sociales ha suscitado preguntas profundas sobre la autenticidad, el ego y el deseo humano de pertenecer.

 

En plataformas como Instagram, Twitter y TikTok, los bots no solo existen: prosperan. Su propósito varía desde aumentar artificialmente el número de seguidores hasta generar reproducciones o interacciones que simulan popularidad. Detrás de esta máscara de números inflados, se encuentra una pregunta inevitable: ¿qué motiva a las personas a recurrir a estas prácticas? ¿Es el deseo de influir, de vender un producto, o simplemente de alimentar el ego?

 

En las redes sociales ya existen ofertas donde los creadores de contenido pueden elegir paquetes de reproducciones para sus videos. Los precios varían según la cantidad de reproducciones, seguidores o "likes" deseados. Estas prácticas han convertido a la simulación de popularidad en un negocio lucrativo, alimentando la demanda de aquellos que buscan ascender rápidamente en el ranking social.

 

Para muchos, las redes sociales se han convertido en un escaparate donde no solo mostramos lo que hacemos, sino también quiénes deseamos ser. En este contexto, los bots ofrecen una solución rápida para construir la ilusión de éxito. Tener miles de seguidores o millones de reproducciones se traduce, en el imaginario colectivo, en relevancia. Pero, ¿es esta relevancia real si se basa en una simulación?

 

Aquí es donde la cuestión del ego entra en juego. Las redes sociales, en muchos sentidos, se han convertido en espejos digitales. Mostramos una versión pulida de nosotros mismos, buscando la validación de los demás en forma de "likes" y comentarios. La adquisición de seguidores falsos o interacciones artificiales podría interpretarse como una extensión de este deseo de ser aceptados. Pero si sabemos que esos números son vacíos, ¿no estamos engañándonos también a nosotros mismos?

 

Desde un punto de vista filosófico, el uso de bots para aparentar plantea una reflexión interesante sobre el ser y el parecer. ¿Es más importante ser genuino o parecer exitoso? En una sociedad obsesionada con los indicadores visibles de éxito, los bots son herramientas que alimentan una narrativa falsa, pero poderosa y engañosa.

 

Jean Baudrillard, el filósofo que exploró la teoría de la simulación, podría haber encontrado en los bots un ejemplo perfecto de su tesis. Para él, vivimos en una era donde los símbolos y las representaciones han sustituido a la realidad. Cuando un influencer compra seguidores, no están solo inflando un número: están creando una versión simulada de sí mismos. Pero, ¿a qué precio?

 

Cuando otros usuarios interactúan con estos perfiles, creyendo en su éxito fabricado, se perpetúa un ciclo de falsedades. La industria de los bots, alimentada por la demanda de esta "realidad paralela," sigue creciendo, pero también genera un vacío emocional. Porque, al final, la conexión humana genuina no puede ser reemplazada por un código.

 

Detectar el uso de bots no es una tarea complicada si sabemos qué buscar. Por ejemplo, un video puede alcanzar 20 mil reproducciones, pero no generar comentarios ni interacciones significativas, lo cual es una señal de alarma. Otra manera es observar el origen de los seguidores: si eres de Sudamérica y el 70% de tus seguidores provienen de Asia, hay razones para sospechar. Además, perfiles con publicaciones casi vacías o nombres genéricos suelen ser característicos de cuentas automatizadas.

 

Quizá la verdadera pregunta que deberíamos hacernos no es si los bots son éticos o útiles, sino ¿qué estamos buscando al utilizarlos? Si las redes sociales son una extensión de nuestra identidad, ¿no deberían reflejar nuestra verdadera esencia en lugar de un ideal fabricado?

 

En un mundo donde las cifras pueden ser manipuladas y las apariencias engañan, la autenticidad se convierte en un acto de rebeldía. En lugar de perseguir un número, quizá deberíamos volver a lo básico: crear conexiones significativas, compartir nuestras historias reales y recordar que el verdadero éxito no se mide en likes, sino en impacto y talento.

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