Trabajadores de Alijor en Escobar denuncian que producen en condiciones indignas

La planta de pastas enfrenta denuncias de operarios por incumplimiento de normas básicas de seguridad y salario. Faltan uniformes, calzados y hasta un comedor.

Región 23/09/2025
Trabajadores de Alijor en Escobar denuncian que producen en condiciones indignas

Por Rodrigo Lescano

 

La crisis económica que atraviesa la industria en la zona norte del Gran Buenos Aires no solo se expresa en cierres y despidos, sino también en un empeoramiento de las condiciones laborales. Así lo ejemplifican los más de 100 obreros de Alijor -empresa dedicada a la producción de pastas, tapas de empanadas y pascualinas- que día tras día se ven obligados a entrar a las líneas de producción como se pueda.  

Trabajar allí implica cumplir una serie de estándares de higiene y seguridad que evitan contaminar el millón de tapas de empanadas “La Salteña” que se producen por mes en esta planta de Garín, partido de Escobar. Sin embargo, la norma está lejos de la realidad. Nicolas Viñas, operario, relató para La Primera que la indumentaria, que debería renovarse regularmente, dejó de llegar hace cuatro años. “Lo único que entregan es una cofia descartable para que no caigan los cabellos sobre los productos”, denunció.

En la fábrica, los zapatos de seguridad no son un accesorio. Previenen resbalones y caídas en pisos cubiertos de agua, harina o aceite, protegen de golpes y cortes, y al mismo tiempo brindan soporte a la postura en jornadas interminables de pie. Lamentablemente, estos calzados se han convertido en trofeos a disputar entre los operarios. “Compran apenas 10 pares de zapatos cada 3 o 4 meses para 170 trabajadores. Esta semana, por ejemplo, un compañero no pudo entrar a la planta porque no tenía los zapatos de seguridad”, comentó indignado Viñas.

La precarización se expresa también en la incertidumbre de no cobrar el salario en tiempo y forma. Desde hace años, los obreros protagonizan conflictos con esta fábrica, propiedad de Benjamín Biederman, por reiterados retrasos salariales.

“Entre fines de noviembre y mediados de marzo tuvimos que recibir pagos muy parciales, entre 100.000 y 300.000 pesos por semana. Esto generó una deuda de aproximadamente 2.500.000 pesos por trabajador, que aumentó según la categoría y la antigüedad. Cuando finalmente se hizo la presión necesaria, Biederman terminó pagando todo”, recordó el operario.

“¿Cómo se permite esto? Biederman puede hacer lo que quiera porque cuenta con la complicidad del gremio”, destacó el obrero consultado, integrante de la Agrupación Celeste y Blanca en el Sindicato de Alimentación. Para él, la conducción sindical de Rodolfo Daer se ampara en la Ley Bases para justificar que no se pueden cortar portones ni hacer paros, lo que termina siendo “funcional a la empresa”.

Las últimas quincenas del mes han sido pagadas dignamente, pero el desgaste físico y mental se convirtió en la nueva moneda con la que los obreros pagan la falta de derechos. Esperanzado, Viñas sostiene que las próximas elecciones de autoridades en el STIA son una oportunidad para lograr trabajar con lo básico: “Queremos el 26 de septiembre dar un golpe significativo, cambiando la situación del gremio y enfrentando años de mentiras y aval del sindicato”.

 

 

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