Robo en el Louvre: ADN, testigos y pistas clave en el caso

En un audaz asalto que conmocionó al mundo del arte, joyas históricas del Tesoro francés fueron arrebatadas del Museo del Louvre en París durante apenas unos minutos. Ahora, las autoridades suman los primeros indicios forenses y un testimonio revelador que podrían marcar un punto de inflexión en la investigación.

Actualidad22/10/2025
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Le manotearon las joyas a Napoleón

 

El domingo pasado, los ladrones accedieron al museo mediante un montacargas instalado frente a la fachada del Louvre, y desde allí, subieron hasta las ventanas de la Galería Apolo, donde se exhiben piezas del patrimonio napoleónico. 

Una de las piezas que vincula directamente a los asaltantes con la escena del crimen es el propio equipo usado para el acceso: las herramientas dejadas —amoladoras, sopletes, cascos, guantes, chalecos— fueron halladas con restos de ADN, que están siendo analizados para establecer coincidencias con posibles sospechosos. 

Pero la pista más inquietante proviene del propietario del montacargas. Según su testimonio, diez días antes del robo fue contactado por cuatro hombres interesados en comprar dicho vehículo. Luego de reunirse con ellos en la zona de Roissy (al norte de París), relata que fue asaltado y que el montacargas le fue sustraído violentamente. Si bien no se ha confirmado que esos hombres sean los autores del robo al Louvre, el episodio conecta directamente el vehículo con posibles implicados. 

El asalto comenzó por la mañana, poco antes de las 9:30, cuando el museo ya recibía visitantes. Los delincuentes desplegaron un camión con elevador frente al muro exterior del Louvre, lo estabilizaron con conos de obra para disimular, y accionaron el montacargas hasta alcanzar una ventana del primer piso. Usaron herramientas eléctricas para forzar el vidrio del gabinete donde estaban las piezas, ingresaron y en pocos minutos sustrajeron al menos ocho piezas históricas.

Entre las joyas robadas figuran diademas, collares, pendientes y broches de figuras como la emperatriz Eugenia, María Luisa y reinas María Amalia y Hortense. En su huida, según informes, se desprendió la corona de la emperatriz Eugenia, que fue hallada en el interior del museo con daños parciales.

La operación fue veloz: los investigadores estiman que el robo duró apenas entre 4 y 8 minutos, incluyendo el ingreso y la fuga en motocicletas .

Ante la magnitud del robo, el fiscal de París puso al frente de la pesquisa a un centenar de agentes especializados. La prioridad ahora es determinar si los ADN encontrados coinciden con perfiles en bases nacionales o internacionales, y vincularlos al testimonio del propietario del montacargas.

El ministro del Interior francés aclaró que la alarma del museo fue disparada apenas el vidrio fue roto, pero que la operación fue demasiado rápida para detenerla antes de la huida. Algunos cuestionan que el sistema de videovigilancia no haya impedido o detectado a tiempo la operación.

El presidente Emmanuel Macron definió el robo como “un ataque a nuestro patrimonio común”, y afirmó que se hará todo lo posible para recuperar las piezas y castigar a los responsables.

Con cada nueva pista, el caso se transforma de un golpe espectacular en un rompecabezas forense y testimonial: ¿fue un crimen organizado con objetivos internacionales? ¿O una acción con intención de dispersar piezas para complicar su rastreo? El uso del montacargas como enlace entre los autores y el museo será una pieza clave en entender quiénes están detrás del robo y por qué apuntaron al Louvre, símbolo del arte y la cultura francesa.

 

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