
El gobernador bonaerense inauguró obras clave en Pergamino y cargó contra el ajuste nacional. Salud, seguridad, escritura social y alimentación escolar en el centro de una jornada que contrastó con el vacío de inversión federal.
La exposición, además de negar toda evidencia empírica con relación al desarrollo económico de los países, parte de premisas elementales y reduccionistas que no pueden justificarse más que por una empecinada cerrazón ideológica.
Política 22/01/2024Por Amado Brancatti
El hipismo libertario
Hay que decirlo con franqueza: la exposición rudimentaria del presidente Javier Milei en el Foro de Davos dio vergüenza ajena.
La exposición, además de negar toda evidencia empírica con relación al desarrollo económico de los países, parte de premisas elementales y reduccionistas que no pueden justificarse más que por una empecinada cerrazón ideológica.
Con respecto a la negación de la evidencia empírica de sus afirmaciones, lo curioso es que lo hace protestando lo contrario, lanzando afirmaciones sin la más mínima justificación —algunas directamente ridículas, como la de que Argentina fue la primera potencia mundial a fines del siglo XIX—, solo para sostener su relato maniqueo.
Afirma muy suelto de cuerpo que a partir de 1800, gracias a la iniciativa privada de la libre empresa, se generó una explosión de riqueza que sacó de la pobreza al 90% de la población mundial.
Dejando del lado lo temerario de reducir la “población mundial” a occidente, y que buena parte de ese crecimiento se hizo gracias a nuevas formas de explotación y esclavitud, lo cierto es que en el inicio de la revolución industrial y la expansión global del capitalismo se halla un actor que financia, defiende y expande ese modelo capitalista: el Estado.
Las potencias y la acción del Estado fueron los actores fundamentales en la expansión del capitalismo gracias a las ciclópeas inversiones que la iniciativa privada no podía realizar, por la protección de industrias mediante tasas y aranceles y por la movilización del poder militar con objeto de asegurar la explotación y distribución de recursos y bienes.
Alega que, con el avance del capitalismo, en la actualidad “hoy el mundo se encuentra en su mejor momento”, y traslada el bienestar a los términos no solo materiales, sino también a la misma paz mundial.
Algo sobre este último punto: aquí también la evidencia empírica demuestra lo contrario. Basta ver cualquier estadística de la historia de la guerra para constatar que conforme avanza el capitalismo, necesariamente aumenta la competitividad por los recursos entre los actores… y la guerra.
Esto ocurre porque se genera una dinámica estructural que incentiva a los actores a ubicarse en la mejor dinámica posicional, un término relativo, por supuesto. Para decirlo más claro: solo estando “por encima” de otro en términos de economía un actor tiene más poder, y como este es dinámico, siempre se busca estar arriba en la estratificación internacional; necesariamente hay competencia y por ende aumenta el conflicto.
Para Milei, decir lo contrario, a pesar de las evidencias, es ser colectivista. O algo así, ya que sin demasiadas precisiones mete a todos en una misma bolsa (o sea todos los que no son libertarios): “comunistas, socialistas, socialdemócratas, demócratas cristianos, neokeynesianos, progresistas, populistas, nacionalistas o globalistas”.
Al final de sus palabras, y para sacarnos de este peligro, hace una declaración rayana en el patetismo: “ustedes son héroes”, les dice a los empresarios presentes. “Que nadie les diga que su ambición es inmoral”. Y acto seguido se declaró su “aliado inclaudicable”.
Cerró el discurso como un politicastro tercermundista que busca la aprobación de los ricos diciéndoles lo que, en su cosmovisión anticientífica e infantil, cree que estos quieren escuchar. Es dudoso que haya tenido éxito, dado el silencio generalizado y los escasos aplausos cosechados, pero sobre todo porque no hubo uno solo entre los empresarios presentes que se haya mostrado mínimamente interesado en invertir.
Parece que los empresarios de Davos se han vuelto socialistas.
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