
De ACUMAR al municipio de Morón, Sabbatella perfeccionó un método: usar la política como plataforma de sueldos para familiares sin funciones concretas.
La vicepresidenta fue la única figura nacional que se hizo presente en Tucumán por el 9 de Julio. Milei culpó a la niebla, pero el trasfondo revela un nuevo capítulo del silencioso enfrentamiento entre ambos.
Política 10/07/2025Victoria Villarruel volvió a moverse con instinto quirúrgico en el ajedrez político. Mientras Javier Milei cancelaba su viaje a Tucumán por cuestiones climáticas, la vicepresidenta decidió viajar igual y presidir el acto patrio del 9 de Julio. Y aunque evitó confrontaciones directas, cada gesto, cada sonrisa y cada palabra dejaron en claro que la guerra fría dentro del oficialismo sigue escalando.
En Tucumán, Villarruel no sólo fue recibida por el pueblo y por autoridades locales. También ocupó el vacío simbólico que dejó el Presidente, quien decidió quedarse en Olivos alegando niebla cerrada y reportes técnicos que desaconsejaban el vuelo. El contraste fue inevitable. Consultada por la prensa sobre si tuvo problemas para llegar, la vicepresidenta sonrió: "Salí tarde. Pero tenía decidido venir. Estoy muy contenta de estar acá con el pueblo tucumano". El tono fue amable, pero el subtexto, cortante.
La vigilia patria, que debía funcionar como una nueva fiesta patria simbólica, terminó siendo una postal vacía. Apenas un par de gobernadores confirmaron su presencia, y eso precipitó la baja del propio Milei. Aunque en público culpó al clima, en privado fue evidente el enojo con los mandatarios provinciales, a quienes tildó de estar "desbocados" y "querer destruir al Gobierno". La ausencia de Milei, sin embargo, no fue sólo una decisión meteorológica. Fue la confirmación de que su liderazgo enfrenta serias dificultades para articular presencia institucional.
Villarruel, por el contrario, ha sabido administrar su silencio y su presencia con timing político. No se confronta con Milei de manera abierta, pero cada movimiento la deja mejor posicionada en el imaginario de poder. En el Congreso, ya se han visibilizado diferencias clave. En votaciones sensibles, la titular del Senado ha mostrado un criterio más dialoguista con los bloques federales y con la oposición clásica. En paralelo, mantiene líneas abiertas con el peronismo tradicional y con sectores del PRO.
La postal del 9 de Julio cristaliza este juego de equilibrios y tensiones. Mientras Milei se recluye en la Casa Rosada con un discurso cada vez más cerrado y confrontativo, Villarruel construye presencia en el territorio, en los actos institucionales, y en una sociedad que observa con interés las diferencias dentro del mismo espacio libertario. La guerra fría entre ambos no tiene gritos, pero sí se mide en ausencias y presencias, en silencios cáusticos y gestos cargados de futuro. En política, estar es decir y no estar también. Y el 9 de Julio, Villarruel dijo mucho. A veces la niebla no está en el cielo, sino en el poder. Mientras Milei tropieza con su soledad estratégica, Villarruel toma nota y avanza. Sin romper, sin gritar, pero con la firmeza de quien entiende que los espacios vacíos en la política no se explican: se ocupan.
De ACUMAR al municipio de Morón, Sabbatella perfeccionó un método: usar la política como plataforma de sueldos para familiares sin funciones concretas.
La Provincia de Buenos Aires fortalece su compromiso con la soberanía sobre Malvinas articulando con otras jurisdicciones una estrategia educativa que rescata memoria, identidad y defensa del territorio.
Las tensiones internas no desaparecieron, pero el peronismo comprende que sin unidad no hay futuro electoral en la provincia. Kicillof, Massa y Máximo lograron un principio de acuerdo que, con ausencias y advertencias, busca contener lo que queda de la fuerza territorial.
Sin facultades delegadas y con el Congreso cada vez más activo, el presidente insiste en confrontar con las provincias. La estrategia de polarizar sin acuerdos expone la fragilidad del poder real del oficialismo.
Los festejos por el 9 de Julio comenzaron con la tradicional vigilia, con los shows de Soledad Pastorutti, el Chaqueño Palavecino y Palito Ortega. Más que las presencias, se destacaron las ausencias, con el faltazo del Presidente y casi todos los gobernadores.
La Fiscalía retrocedió en su pedido de cárcel común para CFK. En los pasillos del poder, todos saben lo mismo: esposarla sería encender una mecha que nadie podrá apagar. La política, la Justicia y el futuro tiemblan frente a ese escenario.
Ni Cristina, ni La Cámpora, ni la ley: Martín Sabbatella lanza una cruzada solitaria de carteles y pasacalles prohibidos, en busca de volver al poder con fondos que nadie controla y aliados que sorprenden.
Sin facultades delegadas y con el Congreso cada vez más activo, el presidente insiste en confrontar con las provincias. La estrategia de polarizar sin acuerdos expone la fragilidad del poder real del oficialismo.
El decreto presidencial que cercena la autarquía del INTA genera fuerte rechazo en la Provincia de Buenos Aires. El gobierno de Kicillof advierte sobre el impacto en la productividad agropecuaria, la investigación aplicada y la sustentabilidad de las economías regionales.
Pablo Yadarola investiga el ingreso de valijas sin control vinculadas al entorno libertario, pero su imparcialidad está bajo sospecha por su pasado en el escándalo de Lago Escondido. La tensión entre justicia y poder vuelve a escena.
De ACUMAR al municipio de Morón, Sabbatella perfeccionó un método: usar la política como plataforma de sueldos para familiares sin funciones concretas.