Ante la nube de mosquitos, la UNSAM investiga en campo a los molestos dípteros

Desde hace días, cientos de nubes de mosquitos Aedes albifasciatus invaden el AMBA. Siempre listos, científicos de la UNSAM viajaron a los sitios en los que nace el insecto para investigar la especie y evaluar los riesgos sanitarios y ecosistémicos de su reproducción.

Región 23/02/2024
NOTA GRANDE

El Laboratorio de Ecología de Enfermedades Transmitidas por Vectores de la Universidad Nacional de San Martín estudia a los mosquitos desde hace muchos años. Por eso, si bien el que nos invade no era su foco principal, los investigadores tienen la capacidad de redireccionar sus estudios según se necesite.

El mosquito invasor es el Aedes albifasciatus. Se trata de un mosquito de inundación, que pone sus huevos en la tierra o en el barro. Sus larvas eclosionan luego de lluvias fuertes, como las que tuvimos hace una semana. Por eso ahora estamos padeciendo un pico de alta abundancia.

¿Tiene algo que ver con el dengue? No (¡aunque siempre es bueno descacharrar!). 

Según los especialistas, se presume que es el vector -o uno de los vectores, esto está en estudio- de la encefalitis equina del oeste, el virus que afectó a miles de caballos en los últimos meses.

Se trata de una enfermedad cuyo último brote en humanos había sido en 1982. Sin embargo, según el último boletín epidemiológico, este virus ya produjo 71 casos en humanos, de los cuales 7 fallecieron. Por eso es importante que los científicos estudien a los insectos vectores.

Los picos de Aedes albifasciatus son muy difíciles de prevenir porque se crían en suelos inundados o en cualquier depresión que pueda acumular agua. Por lo general, son más abundantes en áreas rurales y suburbanas con grandes extensiones de campo.

¿Qué se puede hacer? En general, la fumigación se usa solo en momentos de brote de una enfermedad. Sin embargo, cuando es tanta la densidad de mosquitos, en algunas zonas se tira derribante. Pero esto solo mata a los adultos interceptados por las gotas del insecticida.

Y a pequeña escala, podemos tratar de mantenerlos a raya con repelentes, ya sean comerciales o caseros. La función de estos productos es repeler a la hembra de mosquito, que es la que está en busca de nuevas fuentes sanguíneas para alimentarse.

Los científicos de la UNSAM continúan investigándolos. Debido al reciente brote de encefalitis equina, ahora están en la zona de Luján recolectando hembras adultas de sitios de cría de caballos que tuvieron equinos con síntomas.

“En el Laboratorio de Ecología de Enfermedades Transmitidas por Vectores (2eTV) hacemos un abordaje integral de las enfermedades transmitidas por mosquitos. Estudiamos en qué tipos de ambientes se crían, de quiénes se alimentan y cómo controlarlos con métodos químicos y no químicos que sean ambientalmente amigables. También estudiamos las enfermedades propiamente dichas, hacemos mapeo espacial y seguimientos temporales, y modelamos la ocurrencia de casos en función de distintas variables (climáticas, demográficas, socioeconómicas). Toda esta información nos sirve para entender de forma integral los ciclos de transmisión de las distintas enfermedades cuyos vectores son mosquitos. Para vectores que son bien conocidos como el vector del dengue, monitorear sus patrones estacionales y distribución en distintos tipos de ambiente nos permite priorizar áreas de prevención y control. Para otras enfermedades, falta comprender aún los ciclos locales ya que la mayoría de la información disponible proviene del hemisferio norte y, por ejemplo, no están presentes las mismas especies de mosquitos ni de vertebrados. Por ello, estudiar los patrones de ingesta sanguínea de los mosquitos locales nos permite postular posibles vectores”, aseguró la científica María Victoria Cardo, doctora en Ciencias Biológicas por la UBA  e investigadora adjunta del CONICET. Es miembro del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la UNSAM desde 2011

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