
Charles Dickens, en sus narraciones, dedicó extensas páginas referidas al tema navideño, promoviendo así la celebración de esa fiesta dentro de su auténtico espíritu.


Una civilización o una sociedad son tradicionales cuando están regidas por principios que trascienden lo que no es humano e individual, cuando todas sus formas le vienen de lo alto y cuando está enteramente orientada hacia lo alto.
Cultura 12/08/2024
Esta reivindicación de un tradicionalismo perenne, que sobrevive en el núcleo duro metafísico de todas las culturas, bajo capas y capas de humanismo globalizado, pertenece al libro Cabalgar el tigre. Orientaciones existenciales para una época de disolución.
Una obra del filósofo italiano Julius Evola, acusado de ser un verdadero reaccionario, más que un conservador o un fascista. Se trata de una propuesta que trata de recuperar un mundo no solo anterior al individualismo, al igualitarismo y a la democracia, sino a un giro humano hacia el antropocentrismo en nombre de todo el cosmos.
Podemos poner distancia o incluso oponernos a muchas de las conclusiones de Evola, pero hay una metáfora de su puño y letra que me parece de lo más llamativa: precisamente el título de su libro. Cabalgar no un caballo, un “tigre”, es volver a la emergencia discriminadora del misterio del yo sin protecciones, mirar por las rayas oscuras de la muerte a los órganos más oscuros aun de la vida. Para lograr sobrevivir este mundo burgués y de pocos burgueses, hace faltar montar variadas estructuras psíquicas, hasta que su poder sea abrir el nuestro.
Cuando se consigue superar el miedo sobre el lomo de la fiera, un yo recreado sobrepasa esa confrontación, mientras el mundo, dejado a su suerte, lleva a un pasaje inexorable. Las fuerzas destructivas restallan una liberación interna, una conciencia extramoral y no condicionada, creada del todo de la crueldad y el erotismo, energía en estado puro.
A este tigre secreto no se le amansa y no se negocia. Una lucidez que los maestros de la antigüedad buscaron y que muchos poetas buscan. No domada, implica una adaptación de fuerza y realidad, poder y parámetros intensos, síncopa en la música del hecho consumidor universal, el desarrollo intra-causal de la muerte y del despertar de los mortales.
Esto era lo espiritual para Evola: la vida de acuerdo con la muerte, es decir, trascender las situaciones del yo con la realidad del yo, desnuda, gratuita, agraciada en el “memento mori”, la “ŷihād” islámica, el “bushido” samurái, el sacrificio humano azteca. Aquel elemento “anti-materialista” de la guerra tradicional, opuesto a su instrumentalización, o una “prueba de fuego” que nihiliza el principio de individualidad como excusa valedera o miedo al dolor. El memento mori, esta iluminación violenta cambia “autoconservación” por “atestiguar”.
Por qué no admitir que es interesante que Evola haya adaptado esta mentalidad metafísica del pasado como crítica a la libertad “deontológica” del mundo contemporáneo. Parte de nosotros rechaza esta suerte de espiritualización que pareciera quitar valor al mundo, pero es una paradoja que el relato de “este” mundo esté basado en otra suerte de anti-materialismo, no como culto a la muerte, o desde el espíritu y la verdad, sino como “des-espiritualización” de la materia, un rechazo a un universo como vida que mata y muerte que da vida.
Lo que voy a decir no concierne al hombre común de nuestros días. Por el contrario, pienso en el hombre que se encuentra inmerso en el mundo actual, incluso en sus puntos problemáticos y paroxísticos; pero que no pertenece interiormente a ese mundo, ni se deja vencer por él. Se siente, en esencia, perteneciente a una raza diferente de la de la abrumadora mayoría de sus contemporáneos.
La propuesta de Evola pide descreer la trampa de lo confortable. Pide una heroicidad que, no siendo ascética, es un camino esotérico, hoy en día fuera de los valores evidentes de la fe en el ser humano. Esta filosofía es transitar con resolución guerrera hacia el otro lado del poder de la verdad.

Charles Dickens, en sus narraciones, dedicó extensas páginas referidas al tema navideño, promoviendo así la celebración de esa fiesta dentro de su auténtico espíritu.

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