
La empresa de micros Rutatlantica lanzó su tradicional campaña “RUTA SALE” del 25 al 31 de agosto, con rebajas de hasta 50% en pasajes a la Costa Atlántica y al norte argentino.
La falta de planificación energética vuelve a golpear. Las bajas temperaturas extremas, sumadas a la parálisis de obras en Vaca Muerta y a una matriz de distribución insuficiente, obligaron al Gobierno a cortar el suministro de gas a industrias y estaciones de GNC.
Actualidad01/07/2025No hay plata, no hay obras, no hay gas
El corte no fue menor. Afectó a cientos de empresas y estaciones de servicio bajo contratos "interrumpibles", es decir, sin prioridad de abastecimiento.
Esta categoría, que suele tolerarse en picos extremos, se convirtió en el reflejo de una crisis estructural: falta de inversión, descoordinación técnica, desfinanciamiento de obras y una política energética desarmada, que se escuda en el mercado mientras deja al país sin gas.
El caso más visible ocurrió en la Cuenca Neuquina, donde dos yacimientos dejaron de inyectar gas por problemas técnicos. Esto, combinado con la demanda récord por el frío, puso al sistema al borde del colapso. Si bien se recurrió a importaciones desde Bolivia y a buques de gas natural licuado, los tiempos logísticos impiden cubrir emergencias. El resultado: cortes selectivos a los sectores menos protegidos.
Esto no es nuevo. Cada invierno prueba la fragilidad del sistema energético. Pero lo grave en 2025 no es el evento puntual, sino la política oficial que se desentiende del problema. La gestión libertaria abandonó toda agenda de infraestructura. Desfinanció las obras iniciadas, ralentizó la ejecución del Gasoducto Néstor Kirchner, suspendió ampliaciones necesarias, y se aferró a una lógica fiscalista que considera toda obra pública un gasto innecesario.
El resultado está a la vista: sin inversión estatal, no hay soberanía energética.
La paradoja es que el país tiene una de las mayores reservas de gas no convencional del mundo. Vaca Muerta es potencia subterránea, pero requiere caños, plantas, compresores, transporte y planificación.
Nada de eso sucede por inercia. Y cuando el Estado se retira de la planificación estructural, lo que queda es un sistema frágil, dependiente del clima y del dólar. Un modelo que se quiebra apenas baja la temperatura.
La falta de inversión no solo impacta en la industria o el transporte. Tiene efectos sistémicos. Si las empresas no producen por falta de gas, se frenan exportaciones, se cae la recaudación y crece el desempleo. Si el GNC no funciona, suben los costos logísticos. Si se importa gas caro de urgencia, el déficit externo se agrava. Y todo esto en un contexto donde el propio gobierno dice querer “ordenar las cuentas” y “volver al superávit”.
Pero no hay orden posible sin energía asegurada. Y no hay ahorro sustentable si se depende de barcos importados en vez de extraer lo que está bajo el suelo nacional. El dogma antiobra pública no sólo es ideológico: es peligrosamente impráctico. Nadie puede ajustar el Estado al extremo sin consecuencias materiales.
Mientras se privilegia el relato de la libertad individual, el país real tiembla ante la helada. Y en ese frío, se corta la producción, se pierde gas, se deteriora la infraestructura, y se revela la trampa de una política energética sin Estado. En nombre del mercado, se ha dejado al país sin red.
La crisis del gas no fue causada por el invierno, sino por la desidia. No es la temperatura el problema, sino la falta de conducción. La Argentina no puede darse el lujo de ser rica en recursos y pobre en planificación.
Porque sin infraestructura, no hay nación posible. Solo un territorio que se enfría, se achica y se entrega, un poco más, cada vez que el Estado decide no estar.
La empresa de micros Rutatlantica lanzó su tradicional campaña “RUTA SALE” del 25 al 31 de agosto, con rebajas de hasta 50% en pasajes a la Costa Atlántica y al norte argentino.
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