Hurlingham: crece la inseguridad mientras se desmantela el sistema de prevención del delito

Como en la mayor parte del Gran Buenos Aires, la inseguridad en Hurlingham se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los vecinos.

Región 18/02/2025
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Por Cinthia Wood

Como en la mayor parte del Gran Buenos Aires, la inseguridad en Hurlingham se ha convertido en una de las principales preocupaciones de los vecinos, que denuncian un deterioro constante de los recursos destinados a la prevención del delito. A la falta de patrullaje policial y el incremento de robos, se suma el abandono del Centro de Monitoreo y la desaparición de las postas de seguridad, que hasta hace algunos años cumplían un rol clave en la vigilancia barrial.

El Centro de Monitoreo, que hasta hace no mucho tiempo vez fue una herramienta central en la estrategia de seguridad del municipio, hoy funciona a medias, o menos que eso. Según relatan empleados y vecinos, la cantidad de operadores se ha reducido drásticamente, muchas cámaras han dejado de funcionar y los móviles que antes acudían rápidamente ante un incidente ahora tardan o, directamente, no llegan.

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A este panorama se suma la eliminación de las postas de seguridad: pequeñas garitas ubicadas en puntos estratégicos del distrito donde personal municipal y policial tenía presencia constante. “Las sacaron sin explicación y nunca las reemplazaron. Antes había alguien ahí y al menos daba una sensación de control, ahora es tierra de nadie”, comenta Ricardo, vecino de Villa Tesei.

Otro problema que indigna a los ciudadanos es el estado de los patrulleros municipales, muchos de los cuales están abandonados o fuera de servicio por falta de mantenimiento. La imagen de móviles estacionados por meses en depósitos municipales, sin uso, contrasta con la creciente cantidad de denuncias por robos violentos en la vía pública.

Calles oscuras e inseguras, pero foto-multas eficientes

La falta de iluminación en distintos barrios agrava la situación. Vecinos de zonas como Parque Quirno y William Morris alertan sobre la cantidad de luminarias apagadas o rotas que dejan calles enteras a oscuras, facilitando los robos. “Llamamos y reclamamos, pero nadie las arregla. Mientras tanto, los delincuentes se mueven con total impunidad”, relata Mariana, comerciante de la zona.

Paradójicamente, mientras el sistema de prevención del delito se desmantela, el municipio demuestra una notable eficiencia en otro aspecto: la recaudación a través de foto-multas. A lo largo de las principales avenidas, las cámaras de seguridad que deberían estar orientadas a combatir el delito funcionan perfectamente para registrar infracciones de tránsito y emitir sanciones en tiempo récord.

“Es insólito. Para las foto-multas, las cámaras están bien calibradas y funcionan sin fallas, pero para atrapar delincuentes siempre hay problemas técnicos”, señala indignado un vecino de la zona de Av. Vergara. Las redes sociales se han llenado de quejas sobre la facilidad con la que el municipio detecta un auto que se pasó un semáforo, pero la incapacidad para identificar a los delincuentes que operan en las calles.

Exigen respuestas

Ante esta situación, vecinos y comerciantes han comenzado a organizarse para exigir explicaciones y soluciones concretas. En los últimos días han circulado petitorios pidiendo la reactivación del Centro de Monitoreo, la restitución de las postas de seguridad y un plan urgente de patrullaje. También reclaman la reparación de luminarias y mayor transparencia en el destino de los recursos municipales destinados a seguridad. El intendente, por su parte, ha intentado minimizar la crisis, argumentando que se están realizando gestiones para mejorar la situación. Sin embargo, la paciencia de los vecinos se agota y la inseguridad sigue siendo un problema sin resolver.

En este contexto, surgió los últimos días a través de las redes sociales una auto-convocatoria de vecinos de Hurlingham que venían manifestando su preocupación sobre el tema. Bajo la consigna de “Basta de inseguridad”, el jueves 20 de febrero a las 20 hs. llaman a un cacerolazo pacífico en todos los barrios del municipio como forma de protesta y visualización del reclamo.  

Hurlingham enfrenta una disyuntiva: o se toman medidas urgentes para devolverle tranquilidad a sus habitantes, o seguirá avanzando en una preocupante espiral de desprotección, donde la recaudación parece ser la única prioridad municipal.

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