Influencia aviar: brote en Los Toldos sacudió al sector avícola

El hallazgo de gripe aviar en gallinas ponedoras obligó a suspender exportaciones de productos avícolas. La medida golpea a las economías regionales y vuelve a recordar que, además de un problema productivo, la enfermedad puede ser un riesgo humano si muta y se agrava.

Actualidad20/08/2025
NOTA 3 COLUMNAS

Impacto económico y riesgo sanitario

 

La detección de influenza aviar H5 en un establecimiento de Los Toldos encendió todas las alarmas. No por la magnitud del foco —que se controló rápido con la intervención del Senasa— sino por lo que significa para el país: suspensión de exportaciones, cierre de mercados externos y la certeza de que basta un caso para desacomodar a toda una cadena productiva. La gripe aviar no se mide solo en jaulas vacías: se mide en puestos de trabajo, en divisas que no entran y en la fragilidad de un sector que en los últimos años venía consolidándose en la mesa interna y en el comercio exterior.

 

Golpe a las economías regionales

Argentina exportó en el primer semestre 12,4 millones de toneladas de productos avícolas por 14,6 millones de dólares. Puede parecer poco frente a la magnitud de otras cadenas, pero en provincias y municipios donde la avicultura es motor productivo, ese flujo de divisas sostiene empleo, consumo y hasta la vida de pueblos enteros. Cada suspensión de exportaciones no solo afecta al productor grande: se traslada al frigorífico, al transporte, al trabajador de granja. El impacto se multiplica en cadena, como una piedra en el agua.

El Senasa aplicó protocolos: zona de control sanitario, despoblamiento de aves infectadas, desinfección de instalaciones. Pero más allá del operativo técnico, el dato político es que la influenza aviar puede convertirse en un problema recurrente para las economías regionales. Y en un contexto de caída de la actividad y necesidad de dólares, cada restricción duele doble.

 

El costado sanitario

El foco de Los Toldos no implica riesgo inmediato para la población: no se transmite por consumo de carne o huevos, ni hay contagio comunitario. Sin embargo, los expertos advierten que el virus cambia, muta, prueba. Y ahí está la clave: el salto a humanos no es frecuente, pero ya ocurrió en otros países en trabajadores expuestos. La posibilidad de que evolucione hacia una variante más agresiva no es ciencia ficción, es un riesgo reconocido por la comunidad científica internacional.

Por eso se insiste en la prevención: guantes, barbijos, capacitación a quienes trabajan con aves, registros de personas expuestas. En el mundo, la influenza aviar ya afectó a mamíferos y sigue expandiéndose geográficamente. La línea entre un brote productivo y un problema de salud pública puede ser fina si no se actúa con responsabilidad.

 

Una mirada más amplia

La influenza aviar es también un espejo de cómo se cruzan economía y salud en los territorios. Para una familia que cría gallinas en una economía de subsistencia, perder su plantel es perder su ingreso. Para un productor exportador, un embarque cancelado significa perder mercado frente a competidores. Para un país, suspender exportaciones implica menos dólares. Y para todos, está la sombra de que el virus mute y deje de ser solo un problema aviar.

No alcanza con los protocolos sanitarios: hace falta acompañar con políticas de apoyo a las familias productoras, con redes de salud comunitaria que expliquen y contengan, con investigación científica que anticipe escenarios.

El brote de Los Toldos mostró que la gripe aviar no distingue entre economía y salud: golpea a ambas al mismo tiempo. Es un recordatorio de que las emergencias sanitarias tienen costo económico y que los problemas productivos pueden transformarse en problemas humanos si no se abordan de manera integral. En los pueblos, la pregunta no es si la exportación se reanudará en un mes, sino qué pasará con los trabajadores que hoy se quedan sin faena. Y en los hospitales, la alerta es clara: prevenir hoy es evitar mañana un problema mayor.

La lección es simple: cuidar la producción es también cuidar la salud, y cuidar la salud es defender la vida comunitaria. Porque detrás de cada jaula de gallinas hay familias, empleos y barrios que laten.

 

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