Dólar rompió techo: el Central volvió a vender y certeza de recesión

El dólar mayorista cruzó la banda y el Banco Central debió quemar más de USD 50 millones en reservas. El plan de Caputo, revelado por Joaquín Cottani, se muestra inconsistente: sostener el esquema sin acumular dólares. La macro real empeora: la probabilidad de recesión saltó a casi 100%.

Actualidad18/09/2025
NOTA

La historia económica argentina tiene un capítulo que se repite con obstinación: los gobiernos juran que esta vez la cosa aguanta, que las bandas cambiarias, las metas o el régimen en turno son distintos. 

 

Y al final, el mercado hace su trabajo: testea los límites. Eso pasó esta semana: el dólar mayorista rompió el techo de la banda fijada por Caputo, y el Banco Central (BCRA) no tuvo otra que salir a vender. El número oficial: USD 53 millones en una sola rueda.

 

Puede sonar poco en magnitudes globales, pero la señal es tremenda. En un esquema que se jactaba de no necesitar intervenciones, la primera vez que la referencia cambiaria toca el techo, el BCRA tiene que sacrificar dólares que no sobran. No es casualidad: es síntoma de un programa que camina con muletas.

 

El mayorista cerró en $1.474,50, perforando la franja y obligando al Central a mostrar munición. Y la paradoja es que el Gobierno insiste en que la flotación “sucia” es un éxito porque mantiene la inflación a raya. Sí, el ancla fiscal funcionó un rato, pero sin reservas que respalden, la confianza dura lo que tarda un trader en mandar una orden de compra.

 

El plan Caputo al desnudo

 

El episodio no quedó aislado. Ese mismo día, Joaquín Cottani, ex viceministro de Economía que renunció en junio de 2024, ventiló en una entrevista el corazón del “plan Caputo”: sostener el dólar sin acumular reservas. 

 

Un esquema que, dicho en criollo, pretende mantener la estabilidad sin el seguro básico. Como manejar en la Panamericana a 160 km/h sin cinturón.

Cottani fue brutal: calificó la idea de “quimérica e impracticable” y reclamó acumular al menos USD 5.000 millones de aquí a fin de año para que el BCRA no quede desnudo. 

 

Recordó, además, que cuando planteó esto en las reuniones con el Fondo, se encontró con un Milei convencido de que “la inflación es solo monetaria” y un Caputo que le dijo en la cara: “Sos demasiado ortodoxo para este Gobierno”.

 

El ministro sinceró la jugada en X: “Al precio actual, el Tesoro ya no compra más dólares. En el techo de la banda, el BCRA compra pesos para reducir volatilidad”. En otras palabras: no hay acumulación de divisas, solo aspiración de pesos cuando el dólar toca el límite. Para cualquier manual de macroeconomía, eso equivale a declarar que no hay pólvora guardada.

 

Una economía que ya se da por recesiva

 

Mientras el dólar exigía dólares, la economía real mandaba su parte de guerra. El Índice Líder de la Universidad Torcuato Di Tella, que mide diez series adelantadas (bolsa, IVA, autos, cemento, soja, M1, siderurgia, etc.), elevó a 98,6% la probabilidad de recesión.

 

Traducido: la recesión ya es un hecho. El índice venía en 57% en mayo, estable en junio y julio, y en agosto pegó un salto de más de 40 puntos. Es lo que pasa cuando el crédito se seca, el consumo cae y la industria opera a media máquina. En Buenos Aires, la actividad bajó 1,4% en agosto; el consumo privado retrocedió 3,2%; la construcción no levanta cabeza, con el cemento en baja; y los patentamientos de autos y motos siguen cayendo.

 

No hace falta un paper para entenderlo: la inflación se calmó, sí, pero a costa de un parate brutal. El bolsillo familiar está bajo ataque simultáneo: salarios licuados, tarifas más caras, crédito inexistente y empleo en stand-by.

 

Política, mercado y calle: triple frente abierto

 

Caputo puede defender la banda con 50, 100 o 500 millones por día, pero no puede comprar algo que se evapora: paciencia social. El gobierno sufrió una derrota parlamentaria demoledora con los vetos, una movilización masiva que funcionó como comisario político en la calle y ahora un frente financiero donde el mercado ya no compra relatos.

 

El dato del blue lo pinta: mientras el oficial se defendía a puro dólar del Central, el paralelo tocaba los $1.470 y el CCL se ubicaba en $1.492. El mensaje es simple: la presión está en todos los frentes. El Gobierno intenta evitar la palabra devaluación, pero los precios la descuentan igual.

 

El problema es que el “plan” se apoya en una fantasía austríaca: que los dólares de exportación alcanzarán solos, que no hace falta acumular reservas porque el mercado se autoabastece, y que basta con disciplina fiscal para ordenar. La realidad es más dura: sin reservas, no hay estabilidad; sin crédito, no hay crecimiento; sin consumo, no hay salida política.

 

La política del parche

 

La banda cambiaria es un parche. Sirve para llegar a octubre sin que el dólar se dispare y se lleve puesta la última cuota de credibilidad. Pero como advirtió Cottani, después de las elecciones se necesitará algo más: superávit gemelos, reservas genuinas, financiamiento real. Hoy no hay nada de eso.

 

El riesgo país supera los 1200 puntos. Los bonos largos se hunden. El crédito internacional no aparece. Y el Fondo mira con la misma cara que Cottani: desconfianza de un programa que dice sostenerse sin reservas.

El Central anunció que tiene “hasta USD 14.000 millones líquidos” entre desembolsos del FMI y recursos contables. Pero eso implica quemar USD 500 millones diarios durante semanas, algo que solo pasó en momentos de corrida (2018, 2019). Nadie serio cree que ese ritmo sea sostenible.

 

La foto del día es clara. El dólar rompió la banda. El Central vendió. El plan Caputo se reveló inconsistente. La economía real ya asume recesión. Y la política no ofrece refugio: el Congreso bloquea, la calle protesta, y el mercado prueba.

 

Lo explicó un operador con crudeza: “La banda no es gratis. Si el BCRA no muestra dólares, se vuelve una línea pintada en la arena”. Y el propio Cottani puso la lapicera final: “Disciplina fiscal sí, pero sin reservas no hay independencia monetaria”.

 

Argentina puede aguantar hasta octubre con parches. Pero después la pregunta no es si habrá corrección cambiaria, sino cuándo y cómo. Y esa respuesta ya no depende de la teoría austríaca, ni de Caputo, ni de Milei. Depende de la aritmética más vieja del mundo: dólares que no están, cuentas que no cierran y una sociedad que ya no puede esperar.

 

El dólar mayorista cruzó la banda y el BCRA vendió USD 53 millones: la señal es que la estabilidad no es gratis.

 

 

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