Condenaron a 18 años de prisión a escribano que mató a un jardinero

El crimen ocurrió en 2020, en plena pandemia. Ricardo Baladia fue sorprendido cuando arrojaba al río Luján restos de un cuerpo desmembrado. La víctima, Miguel Pereyra, trabajaba para él.

Policiales 08/05/2024
NOTA 1 BALADIA

Lo descuartizó e intentó arrojarlo al río Luján

 

El escribano Ricardo Baladía fue condenado a 18 años de prisión por ser considerado autor penalmente responsable del crimen de Miguel Ángel Pereyra, el jardinero que trabajaba habitualmente en su propiedad y oficina al que mató de una puñalada en el pecho el 12 de mayo de 2020 en un domicilio de la calle Almirante Brown al 1000 de Morón.

Para el Tribunal Tribunal Oral en lo Criminal N° 1 del Departamento Judicial Mercedes, la Fiscalía de Juicio, a cargo de la doctora Valeria Chapuis, señaló que “se encuentra acreditado que entre las jornadas del 12 y 13 de mayo de 2020, el imputado Baladia le dio un puntazo con un arma blanca a Pereyra, provocándole la muerte; ocurriendo esto en su oficina del rubro escribanía en la calle Almirante Brown de la localidad de Morón”.

Cometido el crimen, de acuerdo con la fiscal, el imputado desmembró el cuerpo de la víctima con distintos elementos cortantes para colocarlo en su vehículo un BMW 528. Luego se dirigió hasta el río Luján, donde comenzó a descartar el cuerpo. Fue allí que el hombre fue sorprendido por personal policial.

El escribano Ricardo Baladia, de 56 años por entonces, fue sorprendido por efectivos de la policía bonaerense a mediados de mayo de 2020, en plena pandemia, cuando intentaba deshacerse del cadáver desmembrado de su jardinero en el río Luján. En el lugar, había manchas de sangre esparcidas en el suelo, partes de masa encefálica y una valija con los restos descuartizados de un ser humano.

A pesar de la restricción para transitar por la cuarentena que apenas tenía un par de meses de vigencia, Baladia había llegado hasta allí desde Morón con su vehículo, un BMW modelo 98. Dentro del auto se encontró un DNI que sirvió para identificar a la víctima, Miguel Alejandro Pereyra, un jardinero de 42 años que vivía en Castelar, a unas pocas cuadras del domicilio familiar de los Baladia, en Morón. Según trascendió después, Pereyra trabajaba para su asesino.

Tras ser sorprendido, el acusado primero aseguró que estaba desorientado, perdido, bajo tratamiento psiquiátrico. Pero después contó una historia a los policías, algo que finalmente no validó en su indagatoria: dijo que su víctima había entrado a robarle al estudio que tenía en Morón, que le disparó para defenderse y que luego desmembró el cuerpo.

Según la autopsia, no obstante, Pereyra no murió por un disparo, sino por una puñalada de un cuchillo de filo único que afectó el corazón y los vasos vitales. Después, el cuerpo fue desmembrado con un objeto similar a un hacha, o una sierra, de acuerdo con el tipo de cortes, laceraciones encontradas. A los forenses les llamó la atención la cantidad de lesiones posmortem detectadas y consideraron el hecho como una obra “morbosa”, que demostraba “odio” y que era producto de “una mente perturbada”. “No se puede soslayar, como la experiencia y el sentido común indican, que una persona que, con motivo de haber sufrido una agresión ilegítima dentro de su domicilio termina matando a otra, lo primero que hace es dar aviso a las autoridades a fin de poner rápidamente en conocimiento lo sucedido, pero no como en este caso descuartizar a su oponente, acondicionar sus restos en una valija, limpiar puntillosamente la escena y descartar los restos en un río ubicado a más de 50 kilómetros del lugar de los hechos”, aseguró la sentencia. 

En la escribanía donde Baladia le dio muerte a Pereyra, en la calle Almirante Brown 1085 de Morón, se encontraron manchas de sangre y se secuestraron vainas servidas, un cuchillo y una hidrolavadora. 

 

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