De Ramos Mejía al mundo, el músico Fabricio Tocco regresa a la Argentina

LA PRIMERA tuvo la oportunidad de dialogar con el artista que el próximo 6 de junio hará una presentación junto a la cantante Gisela Baum en el espacio Pista Urbana en San Telmo.

Cultura 21/05/2024
NOTA MUSICO

Por Florencia Belén Mogno. 

 

El arte en sus diversas formas de expresión no sólo cumple un rol de esparcimiento y recreación, también permite tender y conectar “puentes” entre las personas y sus culturas.

Esa es una de las consignas detrás del regreso del artista argentino Fabricio Tocco, quien el próximo 6 de junio hará una presentación en vivo junto a la cantante Gisela Baum en el espacio Pista Urbana en el barrio porteño de San Telmo.

LA PRIMERA tuvo la oportunidad de dialogar con el músico para conocer cómo transita esta vuelta al país y cómo se prepara para su show. Además, reflexionó sobre cómo la música le permite mantener el vínculo con sus orígenes y anticipó cuáles serán sus próximos proyectos. 

Fabricio Tocco es un músico, escritor y profesor de literatura nacido en Buenos Aires, creció entre la localidad de Ramos Mejía en el oeste bonaerense y el interior del estado de São Paulo, Brasil. Debido a la crisis del 2001 en la Argentina emigró junto a su familia a Europa y desde entonces ha vivido en el extranjero donde desarrolló su carrera artística.  

 

El arte y los orígenes 

¿Qué significa para vos este regreso a la Argentina y cómo te preparás para el show de junio?

F.T.: Es un momento muy especial: cuando saqué mi último disco, Las aventuras perdidas (Club del disco, 2022), me estaba mudando de Canadá a Australia con mi mujer australiana y mi nene (que en ese entonces tenía 6 meses), durante los últimos meses de la pandemia. En aquel momento, la posibilidad de presentar el disco en la Argentina era muy lejana, o directamente parecía que nunca llegaría. Poder hacerlo ahora con Gisela Baum (cantante folklorista que admiro desde mi adolescencia) es un privilegio único. 

¿Qué nos podrías contar sobre esta presentación?

F.T.: Vamos a estar presentando material de mis tres discos, incluyendo Las aventuras perdidas, pero también Rincones de allá (2019) y Gringuinho (Club del Disco, 2022). Nos van a acompañar Germán Gómez en percusión y Pedro Kiszkurno en el bandoneón. Quienes se acerquen podrán escuchar incursiones muy personales en ritmos de música de raíz latinoamericana, incluyendo la música popular brasileña: desde el samba y la bossa nova, hasta la zamba y la chacarera, pasando por la murga y el huayno. Son canciones propias que compuse a lo largo de los últimos años desde el exterior, siempre con la participación de músicos latinoamericanos que están en la Argentina o desperdigados por la diáspora: cantantes de la talla de Botis y Ana Rossi, percusionistas como Mario Gusso de La Bomba de Tiempo, y productores del calibre de Náspid Franzapán y Fer Ruiz. 

En el marco del show junto a Gisela se va a hacer un recorrido por tus discos Rincones de allá y Gringuinho, ¿Cómo fue la realización de estos álbumes?

F.T.: Fueron experiencias muy diferentes: si bien ambos discos fueron mezclados y masterizados en Buenos Aires, Rincones de allá fue grabado casi íntegramente en vivo, en un estudio a las afueras de Vancouver, Canadá, con mi banda de entonces, West Coast Bossa, También contó con las participaciones especiales de Henri Giovanetti, pianista pampeano afincado hace muchos años allá, y Jonathan Di Renzo en el bajo, músico de Villa del Parque radicado en Florida, Estados Unidos. Es un disco más artesanal, si se quiere, con mucho impulso personal y menos producción. Y Gringuinho lo grabé en pandemia, también desde Canadá, pero el disco fue producido de inicio a fin desde Buenos Aires por Náspid, de quien aprendí muchísimo. Es un disco con mucha más sofisticación técnica, grabaciones hechas por capas en distintas sesiones, con varios músicos invitados

Ambos discos tienen en común que hablan de mi infancia bilingüe, entre Ramos Mejía y el interior del estado de São Paulo, en Brasil, vista con la distancia de la emigración y de la adultez, pero siempre a través de la música de raíz. 

Tu música está vinculada a las raíces latinoamericanas, ¿de qué manera llevás adelante la composición de tus canciones?

F.T.: Primero, siempre aparece una combinación más o menos fortuita de acordes: la melodía es un poco una reacción a esa combinación. Juntas sugieren un ritmo. La letra viene al final. Normalmente tarda meses en materializarse, quizá por mi relación profesional con la literatura y la lengua, y las exigencias con uno mismo que eso conlleva. Aunque la armonía tiene por supuesto sus reglas, es un proceso que tiene algo de mágico, casi que de alquimia te diría. Pero también tiene que ver con haber acumulado muchos años de escucha de cantautores que admiro: desde Juan Quintero hasta el Negro Aguirre, pasando por Chico Buarque, Caetano, Djavan, Jorge Drexler y Jaime Roos. 

Junto a tu familia hace muchos años emigraste de la Argentina y de Brasil que fueron países en los que se desarrolló buena parte de tu vida ¿Cómo fue tu experiencia de llevar adelante una carrera como artista en el exterior?

F.T.: Hay mucho interés en la música latinoamericana en los países anglosajones, en donde estuve viviendo durante la última década. Dicho esto, la barrera de la lengua y el poco conocimiento que se tiene del folklore latinoamericano no ponen las cosas muy fáciles: si uno habla de “chacarera,” de “vidala” o de “murga”, es difícil encontrar gente que sepa de qué se tratan esos ritmos. Así que es difícil encontrar espacios en donde poder compartir ese tipo de material. En cambio, la música brasileña (sobre todo la bossa nova, por su conexión con el jazz), tiene muchísima más proyección internacional y más visibilidad, al menos en países como Australia o Canadá. Por eso, conformé bandas que se acercaran más a lo que en Brasil llaman MPB (Música Popular Brasilera). Incluso West Coast Bossa, mi banda de Canadá, llegó a incluir seis músicos, todos argentinos, pero tocando samba y cantando en portugués.

En consideración de las sonoridades latinoamericanas de tus canciones, ¿de qué manera la música te ha permitido mantener la conexión con tus orígenes?

F.T.: Cuando nos mudamos a España en el 2002, yo tenía 17 años, así que la música siempre fue un puente muy fuerte en ese sentido. Lo raro es que (con la excepción de la música brasileña que siempre había escuchado en casa de chico), sólo empecé a adentrarme en el folklore, el tango, el candombe, a raíz de la emigración. En aquel entonces, Drexler empezaba a asomar como una voz latinoamericana desde España con cada vez más peso. Para mí eso fue como un faro, porque me permitió entender que era natural seguir conectado con mis orígenes pese a no vivir más allá. Después, en Barcelona, conocí a muchísimos músicos, sobre todo argentinos y brasileros, mayores que yo, que habían emigrado por su cuenta. Gracias a esa diáspora, seguí conociendo compositores y discos a los que un español promedio no tenía acceso, al menos no en aquella época. Ahora es diferente, porque hay músicos españoles importantes, que colaboran todo el tiempo con músicos latinoamericanos y se nutren de ellos en sus composiciones. Y aparte porque ahora que un argentino crezca fuera de la Argentina no es tan “exótico” como lo era entonces.

Además de músico sos profesional de las letras, ¿cómo fusionás ambas disciplinas?

F.T.: Mi tercer álbum, Las aventuras perdidas (Club del Disco, 2022), fue una muy linda ocasión para hacer precisamente eso: combinar música y literatura. Si bien tienen cosas en común, son lenguajes muy distintos. El disco cuenta con una serie de musicalizaciones del poemario homónimo que Alejandra Pizarnik escribió a fines de los años cincuenta. Empezar a componer “al revés” de cómo estaba acostumbrado (primero la letra, después la música) fue una aventura muy estimulante, un desafío. Me forzó a buscar la musicalidad en las palabras de Alejandra y adaptar su ritmo de verso libre a la canción de raíz, que tiene patrones mucho más marcados. Fue un trabajo bastante experimental, porque la poesía de Alejandra está muy cerca de la literatura francesa, pero yo la llevé al territorio del folklore: el disco es el resultado de esa mezcla algo insólita.

Por último, además del show de junio, ¿cuáles son tus proyectos para este año?

F.T.: Actualmente estoy grabando un EP, Tres dimensiones del agua, con la producción de Fer Ruiz, músico argentino radicado en España, con quien ya trabajé en Las aventuras perdidas. Va a ser un disco con canciones nuevas, asociadas al río y al mar (desde la guarania hasta el candombe), que va a contar con la voz de Lucrecia Pinto, entre otros invitados. Además, voy a estar presentándome en vivo en Canberra con mi banda actual, Capital Samba. 

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