La interna del Peronismo no se toma respiro

La falta de unidad en el peronismo bonaerense pone en riesgo el control político de la provincia. Mientras se traba el debate por las reelecciones, La Libertad Avanza espera su oportunidad.

Política 02/07/2025
NOTA 1 POLÍTICA

El peronismo no tiene garantizado ni el poder ni la unidad. La pulseada por las reelecciones indefinidas en la Legislatura bonaerense desnudó algo más profundo que una diferencia técnica: la imposibilidad —hasta ahora— de construir un acuerdo de conjunto que ordene la estrategia electoral. La fragmentación no solo paraliza iniciativas. Abre una grieta interna que puede transformarse en triunfo simbólico para la oposición libertaria.

La provincia de Buenos Aires es la principal caja política del peronismo, pero también su talón de Aquiles. En el escenario actual, las tensiones entre el kirchnerismo, el massismo, el kicillofismo y los intendentes dejaron de ser diferencias tácticas: se volvieron un obstáculo estructural. El debate por las reelecciones indefinidas, que parecía un trámite cerrado en el Senado, se estancó en Diputados ante la negativa de sectores clave a acompañar la jugada.

En medio del frío, el termómetro interno subió. Los legisladores del Frente Renovador se desmarcaron, los intendentes piden pista, y el gobernador Axel Kicillof intenta sostener una conducción que no termina de consolidarse. El problema no es solo legal o ético. Es político: el peronismo no tiene un mapa común de futuro inmediato. Y sin hoja de ruta, el riesgo es ceder terreno.

 

Entre el sillón y la calle

El freno al proyecto de reelecciones indefinidas expone una fractura que no se discute solo en redes ni en despachos cerrados. Se discute en los territorios. Porque lo que está en juego no es sólo la continuidad de algunas figuras parlamentarias: es el nivel de cohesión interna de un frente que todavía no logra recomponer su eje tras la derrota presidencial.

El Senado aprobó la media sanción con votos justos, incluso con el apoyo silencioso de sectores libertarios. Pero en Diputados, el Frente Renovador avisó que no hay margen sin un acuerdo más amplio. El problema es que ese acuerdo no aparece. Y con el cierre de listas a la vuelta de la esquina, el reloj corre más rápido que las negociaciones.

Mientras tanto, figuras centrales ven peligrar su continuidad. Pero lejos de ordenar la tropa, cada sector retrasa definiciones para fortalecer su posicionamiento. Y cuando cada cual juega su juego, el conjunto se debilita.

 

Entre la lealtad y la supervivencia

Kicillof no logra sintetizar las distintas demandas de su frente. Intenta mostrarse activo, defender la gestión y disputar el sentido frente a Milei. Pero hacia adentro, los ruidos no cesan. El proyecto alternativo de reelección presentado por una senadora de su entorno muestra que ni siquiera hay acuerdo sobre el procedimiento.

A la vez, el massismo impone sus condiciones. No solo desde lo discursivo, como lo hizo Malena Galmarini al criticar la “motosierra parlamentaria”, sino también con una señal clara: sin votos nuestros, no hay ley. Y ese mensaje vale más que cualquier comunicado. En política, lo que no se vota, no existe.

 

¿Y mientras tanto? La Libertad Avanza espera

Mientras el peronismo discute reelecciones, candidaturas y liderazgos, La Libertad Avanza crece en el descontento. No necesita mayoría legislativa ni intendentes propios para ganar terreno: le alcanza con mostrar a un oficialismo desordenado. En esa imagen de caos, se cuela la narrativa del “cambio verdadero”. Y aunque no gobiernen la provincia, pueden ganar simbólicamente si el peronismo aparece fragmentado y sin estrategia.

Las PASO suspendidas suman un dato más al cuadro: el peronismo no tendrá el mecanismo institucional para resolver sus diferencias. Todo deberá negociarse a puertas cerradas. Pero hasta ahora, esas puertas siguen trabadas. Y cada día sin acuerdo es una oportunidad que se pierde.

El peronismo bonaerense no enfrenta sólo una discusión legislativa. Enfrenta una disputa más profunda: definir si puede funcionar como un bloque político ordenado en un momento de ofensiva liberal. La foto actual muestra parálisis, falta de conducción y ruidos internos. Y en política, lo que no se organiza, se dispersa.

La provincia puede seguir siendo bastión. Pero también puede volverse trofeo simbólico de los que quieren dinamitar el sistema desde adentro. No es tiempo de cálculos individuales: es tiempo de decisiones colectivas. Porque sin unidad, el peronismo puede perder algo más que bancas. Puede perder algo más, dejar de ser opción de poder. 

 

 

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