
El escándalo por los 200 mil dólares de Fred Machado convirtió a José Luis Espert en un candidato tóxico.
El Presidente fijó al gobernador bonaerense como su blanco principal. Lo ataca en redes, lo provoca en el territorio y lo busca en la polarización. Kicillof le responde con ironía y acusa al Gobierno de montar fake news y “delirios cósmicos”.
Política 11/08/2025En política, los enemigos no se eligen al azar. Javier Milei decidió que Axel Kicillof sea su antagonista central en la campaña. No es Cristina Fernández, a quien menciona poco y con respeto estratégico, sino el gobernador bonaerense: el único peronista con poder territorial y capacidad de condicionar la gobernabilidad nacional.
El esquema quedó a la vista en las últimas 48 horas. El viernes, cadena nacional para blindar el déficit cero y anunciar un proyecto para penalizar con cárcel a legisladores que aprueben presupuestos con rojo. Kicillof no esperó turno: calificó la idea como “tremendamente border” y “un delirio cósmico”.
El sábado, el Presidente viajó a Villa Celina para sacarse una foto con sus ocho candidatos bonaerenses. Y ayer, desde la cuenta oficial del vocero Adorni, un recorte editado de una entrevista buscó mostrar al gobernador sin propuestas electorales. “Ahora empiezan con las mentiras digitales, los videos fabricados y la campaña roñosa en las redes. Su especialidad”, devolvió Kicillof.
El enemigo perfecto
En la lógica libertaria, polarizar con Kicillof rinde doble: le permite nacionalizar la elección legislativa bonaerense y, al mismo tiempo, consolidar su voto en el conurbano con un antagonista que despierta pasiones. Cristina está corrido del centro de la escena electoral y Máximo Kirchner mide cada palabra. Kicillof, en cambio, gobierna la provincia más grande, encabeza encuestas internas del peronismo y no rehúye la confrontación.
Milei entiende que ahí hay una oportunidad. El oficialismo quiere que cada candidato suyo en la provincia sea un soldado de esa pelea. Y Kicillof no actúa como blanco pasivo: mezcla ironía, datos y dardos al mentón. “Las mentiras de Milei y su inteligencia artificial no tapan la realidad. El próximo 7 de septiembre, en la provincia de Buenos Aires le vamos a contestar en las urnas”, lanzó.
Entre líneas, le pone nombre al plebiscito que se viene. Y mucha gestión. Mucha obra. ¿Juega demasiado al ponerle cuerpo a la campaña? Claro. Pero también pueda ganar todo y así lo expresó un poderoso operador de los “barones peronistas” que tienen juego propio: “El Ruso es el único que le pedís una solución efectiva y te la trae, ningún otro dirigente tiene esa capacidad, todos sabemos para donde va el sol”. Así con una realpolitik de Conurbano más desarrollada que un canciller soviético.
Campaña territorio
Lo que Milei presenta como cruzada fiscal, Kicillof lo traduce en ajuste sobre la producción, el Estado y el entramado social. “Es un desastre por donde se lo mire.
Está destruyendo el aparato productivo y a nivel internacional aplica una política de sumisión”, dijo. El gobernador, además, sabe que el ataque no es solo discursivo: hay un objetivo de desgaste político para condicionar su proyección.
En la Casa Rosada descuentan que la campaña nacional y la bonaerense estarán cruzadas por esta tensión. Milei busca instalar que votar contra sus candidatos es votar contra el déficit cero; Kicillof, que respaldarlos es avalar el ajuste. El ring está armado.
Kicillof no compite este año, pero se comporta como si sí: recorre barrios, ajusta su discurso, concentra críticas y mide cada cruce como parte de un tablero mayor. Milei lo necesita como adversario visible. Él, por ahora, acepta el desafío. Porque en esta campaña, el que logre que la pelea se lea en sus términos habrá ganado mucho antes de contar los votos.
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