El Universo como creación mental

El físico y matemático Sir James Jeans fue, junto a Arthur Eddington, uno de los pioneros de la cosmología británica, siendo el autor de la “teoría del estado estacionario” sobre el universo como una continua creación de materia.

Cultura 12/09/2024
NOTA

Ambos serían también muy conocidos por reevaluar el “idealismo” como una posible y mejor base filosófica para la ciencia.

 

Esta opinión es bien detallada por Jeans en su libro de 1944 The Mysterious Universe, El misterioso universo, editado en español en Editorial Poblet. Sin embargo, queda preguntar ¿qué se considera idealismo en filosofía cognitiva, de la mente y de las ciencias?

Esta palabra se aplica a cualquier punto de vista sobre la inteligibilidad de lo real que enfatice o parta del espíritu, las ideas o las “abstracciones”. Esta dimensionalidad propiamente mental sería una aproximación más directa o menos falible que los sentidos. Los no idealistas partirían solo de la suposición de que dos cosas relacionadas entre sí no pueden tener efecto sobre las cosas mismas, es decir, una relación como la de la mente y un objeto sería solo una “adicción” externa. Pero para los idealistas, la verdad de este vínculo no se define como un intento de correspondencia entre descripción y el estado de las cosas, siendo mucho más sutil.

Jeans no niega la existencia de la realidad objetiva, pero si la objetividad del conocimiento humano. Las ciencias y las matemáticas son una abstracción subjetiva desde nuestra actividad mental. Una teoría científica es solo parte de una discusión progresiva sobre los cambios coherentes de aquello que señalamos como “mundo externo”. En sus propias palabras:

Descubrir la naturaleza de la realidad detrás de las sombras nos enfrenta al hecho de que todas las discusiones sobre la naturaleza última de las cosas son necesariamente estériles a menos que tengamos algunos estándares extraños con los que compararlas.

Aunque no era su propósito, Jeans fue bien consciente de que esta definición del conocimiento es una renuncia al “realismo”. Conocer versa sobre “comportamiento” y no sobre la “mismidad” de las sustancias, lo que son como tales, un punto de vista cercano al “idealismo neokantiano”. Formulaciones y símbolos científicos serían una “creación”:

Una fórmula matemática nunca puede decirnos qué es una cosa, sino sólo cómo se comporta; sólo puede especificar un objeto a través de sus propiedades. Y es poco probable que éstas coincidan en su totalidad con las propiedades de cualquier objeto microscópico de nuestra vida cotidiana.

Esto puede sugerir que estamos proponiendo descartar el realismo por completo y entronizar un idealismo completo en su lugar. Sin embargo, creo que esto sería una declaración demasiado burda de la situación. Si es cierto que la “esencia real de las sustancias” está más allá de nuestro conocimiento, entonces la línea de demarcación entre el realismo y el idealismo se vuelve muy borrosa. Se convierte en poco más que una reliquia de una época pasada en la que se creía que la realidad era idéntica al mecanismo.

Las realidades objetivas existen porque ciertas cosas afectan a su conciencia y a la mía de la misma manera, pero estamos asumiendo algo que no tenemos derecho a asumir si las etiquetamos como “reales” o “ideales”. La verdadera etiqueta es, creo, “matemática”, si podemos estar de acuerdo en que esto debe connotar la totalidad del pensamiento puro y no meramente los estudios del matemático profesional.

El universo puede ser mejor representado, aunque todavía de manera muy imperfecta e inadecuada, como consistente en pensamiento puro, el pensamiento de lo que, a falta de una palabra más amplia, debemos describir como un pensador matemático. 

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