Don Torcuato: acampe y reclamo por la reincorporación de los trabajadores de SanCor

Ochenta operarios fueron despedidos del centro de distribución ubicado en esta localidad tigrense. Exigen volver a sus puestos de trabajo y aseguran que la complicidad del sindicato lechero con la empresa contribuyó a su despido.

Actualidad17/02/2025
Proyecto nuevo (25)

Por Rodrigo Lescano

 

Con la precisión de una maquinaria de relojería, más de cincuenta operarios de SanCor arribaron durante la mañana del primer lunes de febrero a los portones del centro de distribución que tiene la empresa sobre la colectora oeste de Panamericana. Bajaron de sus autos y se desplegaron sobre la vereda con orden, sin prisa pero sin pausa.

 

Cada uno de ellos era una pieza indispensable de un engranaje perfectamente diseñado: mientras unos armaban un toldo con unos tubos de PVC y una tela verde de media sombra, otros colocaban en un tacho con hielo, gaseosas y algún que otro aperitivo. Durante ese tiempo, el agobiante calor no impidió preparar unas parrillas para almorzar unas hamburguesas. Colgando una bandera colgada sobre la recepción con el lema “Reincorporación para los despedidos”, un obrero daba inicio al acampe.

 

Nadie los recibió. La ausencia de las autoridades de la empresa y del sindicato lechero era simétrica al ruido de los autos que pasaban por la autopista. Del otro lado de los portones, no se ve ningún movimiento. El depósito estaba vacío al igual que sus cuentas sueldo. Lo único que tenían en sus manos son los telegramas de despido. Quieren volver al trabajo o, por lo menos, obtener alguna solución. Tras dejar una vida en SanCor, ochenta familias fueron descartadas por una empresa láctea que, en momentos de crisis, hace pagar las consecuencias a sus operarios.

 

Malaleche

 

“Nos deben tres meses de sueldo y el aguinaldo de diciembre”, expresó Darío Romero al grupo Media 3 sentado en uno de los escalones de la recepción del centro de distribución. Tras 27 años de trabajo, a mediados de enero, le llegó un telegrama que argumentaba que “por razones de fuerza mayor” no lo necesitaban más. “En los telegramas de despido dicen que está a disposición la liquidación, la indemnización y la carta de recomendación, pero no pusieron ninguna fecha”, agregó el operario.

 

En un contexto donde SanCor Cooperativas Unidas Limitada solicitó la apertura de su concurso de acreedores, acechando con más fuerza el fantasma de la quiebra, los despedidos argumentan que las desvinculaciones son parte de un plan de reestructuración que tendría el aval del sindicato, la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA). Este plan buscaría reducir el personal del centro de distribución y que solo queden empleados afines a la conducción de Héctor Ponce, secretario general del gremio.  

 

Este argumento tiene su validez en que la mayoría de los despedidos apoyaban a la lista Unidad y Trabajo de ATILRA, opositora a Ponce. Romero agregó: “Siempre tuvimos una visión distinta a la que tiene la conducción. Nunca acompañamos al gremio. Siempre priorizaron los aportes sindicales antes que el sueldo de los trabajadores”. “El gremio nos hizo bajar a todos sin darnos un peso para poder reincorporar a la gente de ellos”, sumó Jonathan Díaz, otro de los desvinculados a quien todavía no le llegó su telegrama, pero no lo dejan entrar a su puesto de trabajo. Las visitas de representantes del gremio al personal jerárquico del depósito en las últimas semanas confirman esta hipótesis.

 

Aunque SanCor se apoya en el artículo 247 de la Ley de Contrato de Trabajo para poder despedir por “disminución del trabajo”,  brindando solo el 50% de la indemnización correspondiente por los años trabajados, los despedidos desconfían de esta crisis. “Vaciaron la planta un fin de semana a escondidas nuestras. Se llevaron la mercadería a otro lado y apagaron el frío. Lo hicieron para justificar los despidos de una forma legal, pero ellos siguen produciendo y siguen repartiendo a través de otras empresas tercerizadas”, denunció Romero.

 

La incertidumbre se mezcla con la bronca. Se sienten traicionados. Así lo relató para este medio, con lágrimas en los ojos, Sergio Frías: “Es duro no tener un plato de comida para llevar a los chicos. Cuando la empresa nos necesitó, pusimos todo nuestro empeño para reactivarla. Pusimos el pecho por SanCor y hoy nos soltó con una mano atrás y otra adelante, sin darnos un peso. Está todo arreglado con el gremio”.

 

Crónica del vaciamiento

 

El vaciamiento del centro de distribución de Don Torcuato y los despidos son parte de una crisis que arrastra la marca emblemática de la lechería argentina bajo modelo cooperativo desde el 2017. Plantas cerradas, parálisis productiva, más de 300 empleados desvinculados en las fábricas del interior y una deuda que ronda los u$s400 millones componen un escenario donde el sector empresarial y el sindical se tiran la pelota entre sí para ver quién es el responsable de que la firma haya pedido el concurso preventivo de acreedores.

 

Sin embargo, para entender cómo se llegó a este punto límite, es necesario analizar cómo actuaron los representantes de SanCor y ATILRA durante el proceso de crisis financiera que comenzó ocho años atrás. Con apoyo de los distintos gobiernos de turno y la complicidad del sindicato lechero, la empresa con sede en Sunchales, provincia de Santa Fe, ha priorizado mantener sus intereses a costa de avanzar sobre puestos de trabajo y derechos laborales.

 

En mayo de  2017, el gobierno macrista rescató a SanCor con una partida de 450 millones de pesos a través de un acuerdo firmado entre las cámaras patronales, ATILRA y la entonces Secretaría de Trabajo. La condición para ese salvataje era que el sindicato aceptase la reducción de las cargas sociales y modifique el convenio colectivo de trabajo.

 

A partir de allí, SanCor comenzó un proceso de reestructuración que la llevó a desprenderse y cerrar sus fábricas cordobesas de Brinkmann y de Coronel Moldes ese mismo año. Mientras le obligaba al personal restante prestar un 15% de su sueldo para “salvar a la empresa”, ATILRA estableció un nuevo convenio laboral que modificó los premios por presentismo y puntualidad, así como también permitir que los trabajadores lecheros fueran contratados “por plazo fijo”, destinados a necesidades productivas acotadas en el tiempo.

 

Entre 2018 y 2019, la cooperativa láctea cerró sus centros de distribución en Neuquén, Bahía Blanca, Mar del Plata y Tucumán. Según denunciaron fuentes obreras de esos lugares, los cierres de esos depósitos tenían como fin reemplazarlos por operadores logísticos, los cuales sus trabajadores eran contratados con sueldos inferiores al lechero o, directamente, en negro.

 

Durante esos años, SanCor avanzó con suspensiones en todas sus plantas. A los operarios se les abonaba el 75% del sueldo en cuotas y no se les hicieron los aportes jubilatorios. En el 2020, sus repositores externos denunciaron a ATILRA por no acompañarlos en sus reclamos de sueldos adeudados e indemnizaciones para quienes aceptaron retiros voluntarios. “Desde el gremio nos dijeron que si le hacíamos paro íbamos a fundir a la empresa y perdíamos todos los puestos de laburo. Ahora ya los perdimos y no están haciendo nada”, comentó uno de ellos para un sitio de noticias.

 

La venta en 2019 a Adecoagro de dos plantas con las marcas Las tres niñas y Angelita incluidas por 45 millones de dólares no resolvió la crisis financiera. A comienzos de 2020, SanCor presentó un plan de reestructuración mediante un fideicomiso que permitiría la intervención de diversos actores (bancos, proveedores y el gobierno) para asegurar su estabilidad.

 

Dos años después, la asamblea extraordinaria de la cooperativa lo aprobó y definió que sólo conservaría el 20% de las acciones y el 80% restante sería adquirido por inversores privados. “Sin embargo, luego de dos años, esa iniciativa no prosperó, lo que marcó un punto crítico en el camino de la Cooperativa”, sostuvo SanCor en un comunicado.

 

En el 2023, SanCor siguió con su política de salarios adeudados, retención de aportes patronales, suspensiones y despidos. La bronca obrera llevó a que ATILRA impulsará un plan de lucha nacional con asambleas, quites de colaboración y piquetes en las puertas. La compañía tiró 100 mil litros de leche como forma de denunciar que estaba siendo extorsionada.

 

Al año siguiente, la empresa láctea siguió adeudando sueldos y suspendiendo operarios a pesar de haber acordado con ATILRA el levantamiento de toda medida de acción sindical a cambio de revertir estas problemáticas. Mientras, su nuevo presidente, Oscar Sapino, mantenía reuniones con “interesados estratégicos” con el propósito de aumentar la producción y recomponer su presencia en góndolas, con los productos que elabora en seis establecimientos en Córdoba y Santa Fe.

 

Entre 2017 y 2024, Sancor redujo su plantel total de 4500 a 1400 operarios. En el caso del centro de distribución de Don Torcuato, se pasó de tener 450 a 100.

 

Frase recordatoria

 

El pasado viernes, el Juez Guillermo Adrián Vales, titular del Juzgado Civil y Comercial de la 4ta. Nominación de Rafaela, Santa Fe, se declaró competente para llevar adelante el Concurso Preventivo de Acreedores de SanCor. “Durante este proceso entonces, se intentará encontrar soluciones junto con los acreedores para evitar la quiebra y esto es así, debido a que el principal objetivo del juicio es proteger el interés de los acreedores y mantener el funcionamiento de la empresa, lo que ayudará a conservar las fuentes de trabajo”, remarcó el juez en la resolución.

 

La incertidumbre reina sobre los trabajadores de SanCor, pero hay lugar para la esperanza. Leonardo “Chino” Perren, delegado de la sucursal de Don Torcuato, remarcó que, “a pesar de que todos los abogados nos dicen que vayamos por la indemnización, nosotros queremos continuar con el trabajo”.

 

Ese deseo se puede ver escrito con aerosol en las paredes del depósito. La frase “Reincorporación de todos los despedidos de SanCor” sirve como recordatorio de que podrán haber más acampes si no se encuentra una solución rápida.

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