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En una región fragmentada y decisiva, Katopodis, Valenzuela y Zamora, buscan transformar su peso local en liderazgo bonaerense.
Política 01/08/2025Por: Claudio Fernández
La Primera Sección Electoral de la provincia de Buenos Aires será uno de los epicentros donde se juega más que una elección.
Con 24 distritos que abarcan desde el norte del conurbano profundo hasta los márgenes del área metropolitana consolidada, esta región funcionará como un laboratorio político en tiempo real: se jugará desdoblada la elección bonaerense, y en esta región, que es la que posee mayor caudal de votantes, y la que es un resultado menos nítido de pronosticar.
Pero el peso electoral no necesariamente se traduce en poder estructurado. A diferencia de otras regiones del país con identidad política regional —el sur santafesino, o el interior cordobés-, la Primera Sección carece de una conducción coordinada o de una estrategia común. Cada municipio opera como una unidad aislada, con sus propias lógicas, su propia rosca y, muchas veces, su propio microclima. Lo que une a San Miguel con Escobar, a Merlo con Tigre, no es un proyecto, sino una estadística: el padrón.
Esa fragmentación institucional también se traduce en una gestión difícil de articular. La sección es un mapa desordenado de políticas públicas disímiles, infraestructuras que no dialogan, sistemas de salud o transporte que no logran integrarse, y una convivencia diaria entre realidades sociales extremadamente dispares.
El conurbano norte y oeste no es homogéneo: hay corredores industriales, bolsones de pobreza estructural, zonas comerciales de alta densidad y barrios cerrados de clase media alta. Y frente a esa complejidad, la política sigue sin dar una respuesta planificada.
A esto se suma una dinámica electoral que se ha vuelto cada vez más impredecible. La Primera Sección fue históricamente un bastión del peronismo, con distritos como Merlo, Moreno o José C. Paz. Pero los últimos ciclos mostraron un electorado más volátil, con avances de Juntos por el Cambio en su momento, fenómenos libertarios focalizados, y un aumento de la abstención o el voto en blanco, especialmente entre los más jóvenes. Los grandes aparatos siguen existiendo, pero ya no garantizan obediencia ni votos automáticos.
En ese contexto, esta elección presenta un hecho inédito: tres figuras con peso territorial en la Primera Sección —Gabriel Katopodis (San Martín), Diego Valenzuela (Tres de Febrero) y Julio Zamora (Tigre)— encabezan listas o se proyectan a cargos de mayor responsabilidad.
No es común que intendentes de la región salten al tablero nacional o provincial con volumen real. Y lo hacen desde posiciones diferentes: Katopodis como dirigente del peronismo moderado con llegada a sectores progresistas; Valenzuela como exintendente PRO con perfil técnico y discurso racionalista; Zamora, desde una gestión consolidada que ha sobrevivido al fuego cruzado entre massismo y kirchnerismo.
¿Podrán representar algo más que a sus distritos? ¿Hay posibilidad de un liderazgo que hable por toda la sección? La respuesta aún es incierta, pero el escenario está planteado. En una elección de alto riesgo, con nuevas demandas sociales y un clima político marcado por la apatía, podría marcar un punto de inflexión.
Quizás, la Primera Sección deje de ser solo un territorio de campaña para convertirse en un actor político en sí mismo. Por ejemplo, en que por lo menos algunos legisladores provinciales electos sean conocidos por los votantes, cosa que hoy no sucede.
Según las primeras encuestas recientes (CB Consultores), más del 38% de los electores de la Primera Sección declara tener “poco” o “nulo” interés en las próximas elecciones legislativas. El dato no sorprende: el hartazgo social con la política tradicional, combinado con la ausencia de liderazgos nuevos y propuestas concretas, genera un clima de apatía generalizada.
En este escenario de bajo entusiasmo, los primeros sondeos muestran un empate técnico entre Gabriel Katopodis y Diego Valenzuela en niveles de conocimiento e imagen positiva dentro de la región. Un poco más de ventaja para el libertario, con el respado de la marca La Libertad Avanza, que es una marca que garantizaría unos 30 puntos. Este año, a LLA le alcanza con la baja de la inflación para ser competitiva. Veremos a partir de diciembre, pero hoy la realidad es esa.
Los candidatos dependen de cuán eficientemente puedan “salir de sus distritos” y mostrarse como figuras con mirada provincial. En tanto, Julio Zamora conserva el mayor nivel de gestión reconocida en su municipio, pero enfrenta límites estructurales a su expansión por fuera de Tigre.
En el trasfondo de este escenario se empieza a jugar una disputa mayor: la carrera por la gobernación bonaerense en 2027. Aunque ninguno lo diga en voz alta, los movimientos de Katopodis, Valenzuela y Zamora pueden leerse como posicionamientos tempranos para disputar un lugar en la próxima pelea grande bonaerense a futuro.
La elección de medio término en la Primera Sección podría ser, en ese sentido, algo más que una pulseada local: un campo de prueba para el surgimiento de un nuevo liderazgo con ambición provincial.
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