
El Banco Central llevó los encajes al nivel más alto en tres décadas y tensionó al máximo su relación con los bancos. El Gobierno sube tasas para planchar al dólar, pero el malestar financiero es enorme y la economía real se paraliza.
En medio del escándalo por coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad, el Presidente eligió Lomas de Zamora, territorio hostil y ultraperonista, para mostrarse junto a Karina y Espert. La caravana duró apenas unas cuadras: hubo piedrazos, botellazos, dos detenidos y una fuga en moto que lo convirtió en meme.
Política 27/08/2025El mundo es un escenario
La escena estaba pensada como un relanzamiento de campaña y terminó como síntoma de debilidad. Javier Milei apareció en una camioneta blanca sobre la avenida Hipólito Yrigoyen en Lomas de Zamora, flanqueado por Karina, su hermana y guardiana política, y por José Luis Espert, disfrazado de candidato callejero.
Saludó unas cuadras, lanzó una frase sobre los audios de la Agencia Nacional de Discapacidad, y enseguida todo se desarmó: insultos, piedras, botellazos, corridas, dos detenidos y la postal insólita de Espert escapando en moto. El conurbano sur mostró lo que Milei quiso evitar (o no): su imagen más frágil, en el territorio donde más rechazo acumula.
Piedras: violencia real o provocación
La caravana había sido convocada para Laprida e Yrigoyen, pero arrancó tres cuadras antes. Apenas unos metros alcanzaron para exponer la improvisación del dispositivo libertario.
El vehículo presidencial dobló en medio de los gritos y terminó en evacuación forzada. La violencia es repudiable: ningún presidente merece ser atacado de ese modo: podés putearlo hasta cansarte pero es el Jefe de Estado. Lo más inquietante fue su oportunidad política. Milei venía golpeado por el escándalo de las coimas en la Andis y necesitaba desplazar la agenda. Las piedras le dieron lo que buscaba: un enemigo externo y visible.
La lectura rápida apuntó al kirchnerismo. Espert y Patricia Bullrich hablaron de “territorio hostil” y de “kirchnerismo cavernícola”. Pero en el conurbano nada es lineal. Los incidentes pudieron ser obra de vecinos angustiados por la crisis, de internas de facciones locales, de punteros opositores o incluso de fuego amigo interno que buscó tensar la cuerda. La política bonaerense se cocina en capas, y el hecho de que ocurriera en Lomas, distrito ultraperonista, solo refuerza la provocación original: Milei fue a desafiar a los que menos lo toleran.
La pregunta que queda flotando es incómoda: ¿qué conviene más al gobierno, un acto tranquilo que pase desapercibido o una caravana caótica que permita gritar “nos atacan”? Lo cierto es que la escena, aunque repudiable, le permitió al Presidente victimizarse y cohesionar a los propios.
Spagnuolo, Karina y los Menem
En medio de la camioneta, Milei dijo lo que no quería decir: “Todo lo que dice Spagnuolo es mentira”. Con esa frase reconoció lo esencial: los audios que circulan son de Spagnuolo, ex titular de la Agencia Nacional de Discapacidad. En esas grabaciones se habla de coimas, retornos y maniobras con la droguería Suizo Argentina. Y se mencionan nombres propios: Karina Milei, Eduardo “Lule” Menem y Martín Menem.
El Presidente podría haber buscado fusibles, sacrificar piezas menores, despegar a su hermana. Eligió lo contrario: blindar a todos. Karina se mantiene firme como secretaria general y líder del partido; Lule, hombre de máxima confianza, conserva su despacho en Casa Rosada; Martín fue defendido públicamente por Guillermo Francos. La jugada es arriesgada: sin fusibles, cada chispa compromete al núcleo más íntimo del poder.
El mensaje es claro: el gobierno se sostiene sobre el vínculo de Milei y Karina. No hay red partidaria, no hay coalición, no hay amortiguadores. Es un poder reducido a un núcleo mínimo. Y eso lo vuelve más vulnerable: si el fuego llega a Karina, no hay nadie que pueda contenerlo. La oposición lo sabe, los intendentes lo leen y hasta los propios libertarios empiezan a susurrar que el escándalo puede marcar un punto de quiebre.
Espert en moto, memes en red
Entre el humo y las corridas, la postal que quedó fue la de José Luis Espert subido a una moto para huir del lugar. Con traje, corbata y cara desencajada, se aferró a un militante que lo rescataba del caos. La escena recorrió redes y memes en segundos. Esa fuga improvisada fue la metáfora perfecta de un armado político que improvisa salidas como puede.
El episodio le sacó dramatismo a los piedrazos y alivió la tensión mediática, pero dejó un mensaje político: los libertarios no logran dar imagen de estructura ni de seguridad. Ni siquiera sus candidatos saben cómo moverse en el barro del conurbano. Mientras tanto, Milei y Karina intentaban controlar el relato desde una camioneta negra, con más custodia y menos épica.
Otermín y el contraste
El intendente Federico Otermín fue el contracanto de la jornada. Desde temprano pidió calma y condenó la violencia. “Lomas es pueblo de la paz”, dijo, marcando un límite claro. No era solo un gesto institucional: fue también un movimiento político. Mientras Milei convertía las piedras en bandera, Otermín apostaba a desactivar el conflicto. Para el peronismo local, no hacía falta ensuciarse con corridas: el rechazo a Milei ya está consolidado en los barrios y se expresa mejor en las urnas que en la calle.
El contraste fue nítido: de un lado un gobierno nacional que necesita el caos para victimizarse; del otro, un intendente que se muestra como adulto responsable. El peronismo bonaerense entendió la jugada y no mordió el anzuelo. La escena lo dejó claro: Milei buscó épica y terminó cosechando ridículo.
Lomas de Zamora no fue un accidente. Fue una elección política. Milei eligió mostrarse en el lugar donde peor imagen tiene él y su hermana. Quiso demostrar valentía y terminó exponiendo vulnerabilidad. El conurbano sur no perdona: es la región donde el peronismo construyó su bastión, donde los sindicatos siguen vivos, donde las redes comunitarias resisten y donde el discurso libertario no prende.
Allí, la provocación no se lee como épica sino como torpeza. Lo que Milei mostró en Lomas no fue fuerza, sino fragilidad. Y lo que buscó esconder —los audios, las coimas, los Menem— sigue en el centro de la agenda. La violencia ayudó a tapar por un rato, pero no resolvió nada. El núcleo del poder libertario sigue comprometido. Y el Presidente eligió no mover un dedo para contener la crisis.
La caravana rota en Lomas de Zamora fue más que un episodio callejero: fue una radiografía de un gobierno que camina sin red. Milei buscó exhibir coraje en territorio enemigo y terminó dejando a la vista su talón de Aquiles: un poder reducido a un núcleo mínimo, sin fusibles y con la hermana como único escudo. Entre piedrazos, memes y audios comprometedores, el sur del conurbano lo devolvió a la realidad. En política, cuando todo depende de tan pocas piezas, el primer golpe no solo rompe una camioneta: puede hacer tambalear un gobierno entero.
Milei en su natural verborragia cometió un “lapsus” político: admitió públicamente que los audios de Spagnuolo, son de Spagnuolo y que no fueron alterados.
Al blindar a Karina y a los Menem, Milei eliminó cualquier fusible: si cae la hermana, cae todo el gobierno.
Mientras Milei se victimiza y agita fantasmas, Otermín capitaliza con un discurso simple: paz, gestión y votos.
El Banco Central llevó los encajes al nivel más alto en tres décadas y tensionó al máximo su relación con los bancos. El Gobierno sube tasas para planchar al dólar, pero el malestar financiero es enorme y la economía real se paraliza.
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