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El lugar de trabajo puede volverse hostil con unos compañeros o un jefe que apenas tenga inteligencia emocional. Así puedes reconocerlo según un especialista formado en Harvard.
Actualidad24/01/2024El ámbito laboral es uno de los escenarios en el que más tiempo pasa un adulto durante su vida. Pueden ser de diferentes tipos, como una tienda, un colegio, una consulta médica, una oficina, etc. Lo que debe ser siempre común a ellos es que haya un buen ambiente de trabajo y que tanto uno mismo como con quienes te codees colaboren para ello.
Esto influye en gran medida a la hora de desempeñar las funciones de cada uno, pues si hay malas relaciones y poco entendimiento la concentración y el rendimiento podrían bajar, además de llegar a causar malestar personal. Uno de los eslabones más importantes en este tipo de interacciones es un jefe.
Una figura de liderazgo como es un jefe debería contar con ciertos atributos, siendo uno muy importante la inteligencia emocional, pues es la que ayuda a gestionar todo tipo de situaciones, incluidas las complicadas, con el fin de marcar las pautas para el compañerismo y la comunicación en el trabajo.
Según Daniel Goleman, psicólogo formado en Harvard y autor de 'Optimal: How to Sustain Personal and Organizational Excellence Every Day', la falta de inteligencia emocional, también conocida como cociente emocional, puede dañar considerablemente la moral y frenar el crecimiento de un buen líder. Así, Goleman indica tres hábitos que un buen jefe evita si tiene suficiente inteligencia emocional:
Regañar en público
En el caso de que un empleado cometa un error y su jefe decida darle una reprimenda y señalar todo lo que ha hecho mal delante de todos los demás es un signo revelador de baja inteligencia emocional por parte del superior. Goleman afirma que un jefe que «se enfada y se va de la lengua, grita públicamente y menosprecia a un subordinado directo», según las investigaciones, «aleja al empleado, que luego odia a ese jefe».
Un 48% de profesionales de recursos humanos indicaron que su empresa experimentó «violencia en el lugar de trabajo» en 2019, incluido el acoso verbal, los gritos y la intimidación, según la Sociedad para la Gestión de Recursos Humanos.
Ser muy perfeccionista
Ayudar a que los trabajadores mejoren sacando todo de ellos es una función importante de un jefe. Sin embargo, cuando esto se convierte en algo obsesivo y no deja lugar a una retroalimentación positiva, es una mala señal, tal como indica Goleman. También añade que los líderes bajan la moral de sus empleados cuando solo ven «lo que está mal en la gente, nunca lo que está bien» e incluso, es probable que «esta postura crítica se la dirijan también a sí mismos», indica.
Un ejemplo de ello era la ex CEO de IBM, Ginni Rometty, a quien llamaban 'boli rojo' por corrregir constantemente el trabajo de sus subordinados, tal como explicó en la cumbre del Foro Empresarial Mundial de Nueva York, según recoge CNBC. «Una persona me dijo: 'Sabes, la gente ni siquiera quiere esforzarse, porque vas a cambiarlo y arreglarlo. Nunca va a ser lo suficientemente bueno [...] Eso incapacita mucho a la gente... Les estaba quitando poder. Por supuesto, nunca fue mi intención, pero aprendí a dejarlo», contó Rometty.
Si crees que vives esta situación, puedes ayudar a tu jefe perfeccionista indicándole que se está formando negatividad en el ambiente y para él mismo, pues puede agotarle y hace que se encierre en un bucle de procrastinación interminable, según afirmó la autora de salud mental Morra Aarons-Mele al medio citado.
Tener discusiones innecesarias
Debatir es natural y necesario para progresar y llegar a acuerdos, tanto en el lugar de trabajo como en la vida personal. Pero convertir esto en una discusión es muestra de una persona sin inteligencia emocional, sobre todo por parte de un jefe, que es quien más debería saber controlar la situación. Goleman dice que los líderes que «siempre están discutiendo y nunca están de acuerdo» pueden causar que los empleados sientan que sus opiniones no se valoran o que no son capaces de cumplir con su trabajo.
«Enzarzarse en disputas constantemente debilita al grupo, [...] es mejor si un líder puede ayudar a resolver discusiones». Así, en vez de buscar el enfrentamiento, un líder con alta inteligencia emocional valida las experiencias y sentimientos del resto, además de estar dispuestos a cambiar su perspectiva, afirmó la psicóloga Cortney Warren.
La misma profesional aportó que «la inteligencia emocional se asocia con la capacidad de cambiar con el tiempo a medida que uno aprende y crece» y continúa: «Las personas con baja inteligencia emocional suelen ser más rígidas y lucharán contra los esfuerzos por cambiar o evolucionar. Las convicciones firmes son importantes, pero también lo es estar abierto a nuevas posibilidades».
Con estos tres signos podrás identificar a un superior que no cuenta con demasiada inteligencia emocional e intentar aportar algún tipo de solución o hacérselo saber para mejorar el ambiente laboral, siendo conscientes de hacerlo desde la inteligencia emocional y la positividad para el escenario de trabajo.
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