
El Gobierno designó a un militar para conducir Defensa y generó un revuelo como si hubieran resucitado a la Junta. Pero la voz que incomodó no fue la de organismos ni la de opositores ruidosos, sino la de César Milani: celebró la decisión, criticó el perfil liberal del designado y le marcó al peronismo su propia cobardía estratégica.



















