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En un acto cargado de definiciones políticas, el gobernador bonaerense cuestionó el modelo económico nacional y defendió la industria como motor del desarrollo. El Congreso Productivo se consolidó como un espacio clave de articulación territorial.
Política 17/07/2025La tercera edición del Congreso Productivo Bonaerense concluyó con una declaración directa y sin rodeos del gobernador Axel Kicillof: “La industria está bajo ataque”. Desde La Plata, mediante un mensaje grabado, el mandatario provincial cerró el evento con un discurso que combinó defensa del modelo productivo bonaerense, datos concretos del peso industrial del distrito y un fuerte señalamiento al Gobierno nacional por promover políticas que —según advirtió— atentan contra el entramado económico del país.
El Congreso, que reunió durante dos jornadas a más de 5.000 representantes de empresas, universidades, cámaras, cooperativas, sindicatos y gobiernos locales, fue mucho más que un evento técnico. Fue una postal del contraste entre dos modelos. Mientras el Gobierno nacional continúa profundizando un esquema de ajuste, retiro del Estado y desregulación, la Provincia eligió visibilizar su apuesta por un modelo de producción con intervención estatal, financiamiento público y articulación entre sectores.
El gobernador dejó en claro que Buenos Aires no solo representa al distrito más poblado del país, sino también al corazón productivo de la Argentina. Con más del 40% de las industrias, la mitad del empleo manufacturero y un entramado que combina campo, industria, puertos, ciencia y servicios, Kicillof sostuvo que el peso productivo de la Provincia “no se puede borrar ni ignorar”.
Un espacio para pensar el desarrollo con rostro federal
Bajo el lema “Producir el presente, pensar el futuro”, el Congreso se convirtió en un espacio para discutir cómo sostener la actividad económica en un contexto adverso. En los más de treinta paneles que se desplegaron en el Hotel Provincial de Mar del Plata se abordaron temas centrales como infraestructura, financiamiento, empleo, tecnología, desarrollo agrario y políticas públicas activas. La presencia de representantes de más de cien municipios bonaerenses y de otras provincias le dio al evento una dimensión federal y multisectorial que lo distingue de otras convocatorias.
La articulación con el Consejo Federal de Inversiones (CFI), los encuentros sectoriales y la participación de universidades y organismos públicos reforzaron la idea de que es posible construir políticas de desarrollo desde el territorio, con diálogo y planificación. En tiempos donde la palabra “Estado” es presentada como un problema, el Congreso propuso otro enfoque: un Estado activo que escucha, acompaña e invierte.
Una respuesta política al ajuste nacional
Las críticas al Gobierno nacional sobrevolaron todo el evento, pero encontraron en el cierre de Kicillof su expresión más clara. El gobernador fue categórico: “Estamos frente a políticas que desalientan la producción, expulsan trabajadores y generan más desigualdad”. Y apuntó directamente a Javier Milei, a quien acusó de impulsar un “plan de exterminio industrial”.
El contraste también lo marcó el ministro de Producción, Augusto Costa, que fue el encargado de abrir el Congreso. Frente al discurso de la motosierra, planteó una respuesta con políticas públicas, inversión estatal y gestión con cercanía. Su intervención, junto a referentes del ámbito tributario y académico, buscó mostrar que existe una manera responsable de administrar recursos sin dejar a nadie afuera.
Javier Rodríguez, ministro de Desarrollo Agrario, también dejó definiciones claras. Denunció el impacto del aumento de costos logísticos y de insumos sobre los pequeños y medianos productores, y advirtió que el modelo actual los está “empujando fuera del sistema”. Frente a ese escenario, destacó las líneas de crédito, asistencia técnica y medidas concretas que la Provincia mantiene activas para sostener la producción agropecuaria.
El Congreso Productivo Bonaerense terminó, pero dejó abiertas varias discusiones: sobre el rol del Estado, el lugar de la industria, la responsabilidad de los gobiernos frente a las crisis y la necesidad de construir futuro con inclusión. En tiempos donde se impone el relato del ajuste y la fragmentación, este espacio funcionó como un contrapeso político, técnico y territorial. Kicillof eligió no callar: defendió el trabajo, la producción y el desarrollo como banderas irrenunciables. Frente a un modelo nacional que castiga al entramado productivo, la Provincia eligió responder con más planificación, más políticas públicas y más comunidad organizada.
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