En términos generales, se considera que el inconsciente es materia psíquica del individuo.

Sin embargo, la representación de sí mismo elaborada por el inconsciente de su estructura central no concuerda con esta visión, pues todo apunta a que la estructura central del inconsciente colectivo no puede fijarse localmente, sino que es una existencia ubicua idéntica a ella misma; no debe verse en términos espaciales y, en consecuencia, cuando se proyecta en el espacio, se encuentra en todas partes de ese espacio.

Cultura 14/06/2024
NOTA

 

Incluso tengo la sensación de que esta peculiaridad se aplica tanto al tiempo como al espacio.

Una analogía biológica sería la estructura funcional de una colonia de termitas, que posee solo órganos de ejecución inconscientes, mientras que el centro, al que están relacionadas todas las funciones de las partes, es invisible y no empíricamente demostrable.

Estas palabras del psiquiatra y psicólogo suizo Carl Jung forman parte de una correspondencia con el menos conocido e igual de brillante Wolfgang Pauli. Austriaco pionero de la física de partículas y Premio Nobel de física de 1945 por su “principio de exclusión”, estableció con este que las diversas partículas idénticas dentro de un sistema cuántico no pueden ocupar al mismo tiempo un mismo estado. Hablamos de un teórico fino que no solo llegó a atreverse a reevaluar su campo de conocimiento, sino la inteligibilidad en general.  

Esta relación epistolar fue también una concepción común de una revolución intelectual que incluiría los arquetipos del inconsciente colectivo y los postulados de la física cuántica. 

El ser humano no puede soportar la vida sin un sentido.Esta nada innovadora conclusión, aceptada por una de las mentes teóricas más innovadoras del siglo XX, reunió a Pauli y a Jung como paciente y psicoanalista, otra vez a la física y a la metafísica. El primero necesitaba tomarse en serio a alguien como el segundo, revalorando no solo su vida, sino la historia y la filosofía de la ciencia. El segundo, por otra parte, se interesaría en las llamativas experiencias oníricas del primero. En palabras del físico austriaco:

Lo más satisfactorio de todo sería que la física y la psique pudieran considerarse aspectos complementarios de una misma realidad.

De acuerdo con Pauli, desde Newton el conocimiento se ha glorificado a sí mismo como un observador imparcial, pasivo y distanciado del cosmos, capacitado para describirlo “tal cual es”. Incluso hoy en día los físicos siguen siendo muy en el fondo pensadores clásicos, creyentes en un cuento sobre un mundo que solo está “ahí afuera”, independiente y objetivo. Sin embargo, la mecánica cuántica habría dado un giro a esta concepción, preguntándose por un vínculo entre la forma del universo y la manera en que elegimos o creemos verlo.

Pauli pretendía llegar a una trascendencia de todos los campos de conocimiento y asignación de valores. Esta implicaba también una ulterior síntesis entre ciencia y religión, así como Jung lo había hecho con la psicología repensando todo su relato esotérico. Esta síntesis trascendería las doctrinas históricas y específicas, buscando algo mucho más amplio que una revelación o una generalidad entre sistemas de creencias finitos, acotados y limitantes.

No es difícil aceptar que el poder simbólico y la poesía trascienden lo denominacional, algo de lo que estaba convencido Jung. En ese sentido, Pauli deseaba ir más allá o antes de las creencias religiosas “exotéricas”, las cuales sirven como respuestas, pero ponen fin al pensamiento. En cambio, una religiosidad o un “esoterismo” más general o sintético debería fomentar lo ilimitado o la verdad como apertura, limpia de la incrustación de las creencias y libre para ser conocimiento. Habría que evitar el determinismo de las ciencias o de la fe:

La microfísica moderna convierte al observador una vez más en un pequeño señor de la creación en su microcosmos, con la capacidad de libre albedrío y efectos fundamentalmente incontrolables sobre lo que se está observando. Pero si estos fenómenos dependen de cómo son observados, entonces ¿no es posible que también sean fenómenos que dependen de quién los observa? Y si la ciencia natural, en favor del ideal del determinismo desde Newton, ha llegado finalmente a la etapa del "quizá" fundamental del carácter estadístico de las leyes naturales... 

Aunque todo suceso mental particular sea idéntico a un suceso físico particular, los tipos de sucesos mentales solo pueden comprenderse como tales, y no como tipos de sucesos físicos.

Es posible que siempre eluda al espíritu la imagen común que tenga con la materia. La imagen real del universo o el universo que no sería una imagen. Pienso que para Pauli, esta conclusión no era parte de su crisis existencial, sino una invitación a investigar un universo al que estamos más que íntimamente conectados. O como dijo Ludwig Wittgenstein:

Si yo soy parte del todo, ¿qué podría temer que me pasara entonces?  

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